El Domingo de
Resurrección (ó Domingo de Pascua) es la
fiesta más importante para todos los cristianos,
que conmemoran la Resurrección de Jesús.
Ha Resucitado el Señor: deberían alegrarse cielos y tierra, sobre
todo los pecadores, liberados de la muerte.
¡ALELUYA,
ALELUYA: JESÚS, EL SEÑOR,
HA RESUCITADO COMO HABIA DICHO,
TRIUNFADOR DEL PECADO Y DE LA MUERTE!
PASCUA tiempo litúrgico
que “la Iglesia marca” para estar contentos
alegres en el Señor Resucitado, Jesús ha
resucitado y está con todos/as nosotros, y nos hace
ver que después de la muerte, hay otra vida, tenemos
Resurrección y que resucitaremos con Él.,
según nos hayamos portado en esta vida.
La
pascua significa paso; paso de la muerte a la
vida como el mar rojo y el
bautismo.
Como Jesús que muere y que resucita.
Fiesta que los Judíos celebraban a la mitad
de la luna de marzo para conmemorar la libertad del
cautiverio
de Egipto.
El
tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego
= "pentecostés", vividos y celebrados
como un solo día: "los cincuenta días
que median entre el domingo de la Resurrección
hasta el domingo de Pentecostés se han de
celebrar con alegría y júbilo, como
si se tratara de
un solo y único día festivo, como un gran domingo" (Normas
Universales del Año Litúrgico, n 22).
El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año, que se inaugura
en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés.
Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado el año,
que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas, hasta
Pentecostés. Es la Pascua (paso) de Cristo, del Señor, que ha pasado
de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa. Es la pascua también
de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor
por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés.
El origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año
litúrgico.
Los judíos tenían ya la "fiesta de las
semanas" (ver Dt 16,9-10), fiesta inicialmente agrícola
y luego conmemorativa de la Alianza en el Sinaí,
a los cincuenta días de la Pascua. Los cristianos
organizaron muy pronto siete semanas, pero para prolongar
la alegría de la Resurrección y para celebrarla
al final de los cincuenta días la fiesta de Pentecostés:
el don del Espíritu Santo. Ya en el siglo II tenemos
el testimonio de Tertuliano que habla de que en este espacio
no se ayuna, sino que se vive una prolongada alegría.
La liturgia insiste mucho en el carácter unitario
de estas siete semanas. La primera semana es la "octava
de Pascua', en la que ya por tradición los bautizados
en la Vigilia Pascual, eran introducidos a una más
profunda sintonía con el Misterio de Cristo que
la liturgia celebra. La "octava de Pascua" termina
con el domingo de la octava, llamado "in albis",
porque ese día los recién bautizados se ponían
en otros tiempos los vestidos blancos recibidos el día
de su Bautismo.
Dentro de la Cincuentena se celebra la
Ascensión del Señor, ahora no necesariamente
a los cuarenta días de la Pascua, sino el domingo
séptimo de Pascua, porque la preocupación
no es tanto cronológica sino teológica, y
la Ascensión pertenece sencillamente al misterio
de la Pascua del Señor. Y concluye todo con la donación
del Espíritu en Pentecostés.
La unidad de la Cincuentena queda también subrayada por la presencia del
Cirio Pascual encendido en todas las celebraciones, hasta el domingo de Pentecostés.
Los varios domingos no se llaman, como antes, por ejemplo, "domingo III
después de Pascua", sino "domingo III de Pascua". Las celebraciones
litúrgicas de esa Cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio
pascual comunicado a los discípulos del Señor Jesús.
Las lecturas de la Palabra de Dios de los ocho domingos
de este Tiempo en la Santa Misa están organizadas con esa inscripción. La primera lectura
es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva
Iglesia, que en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua
del Señor Jesús. La segunda lectura cambia según los tres
ciclos: la primera carta de San Pedro, la primera carta de San Juan y el libro
del Apocalipsis.
La Iglesia nos obliga a comulgar por este tiempo,
siempre y cuando estemos bien preparados para recibirlo.,
pues hagámoslo, continuemos con lo que la
Iglesia nos dice y predica. Con la Iglesia se está bien, tenemos que respetarla,
obedecerla en lo que ella nos dice y nos enseña, por algo será.
Es cosa buena; hacer lo que ella dice . Nos mantenemos en ella, nos volcamos
en ella. No seamos hipócritas, guiémonos por ella y hagámosle
caso, cumplamos todo lo que nos dice.
La luz de la Resurrección de Jesucristo es la respuesta
definitiva de Dios a todas las súplicas y a todas
las peticiones que los hombres le han dirigido a lo largo
de toda la historia. Al escuchar esta noche la liturgia
de la Palabra se ha desplegado ante nosotros la entera
historia de salvación desde la creación del
mundo. Se trata de la misma historia de la humanidad pero
vista desde Dios. Un Dios que crea el mundo por amor y
lo ha hecho todo bien, como canta el estribillo de la primera
lectura. O, como dice el libro de la Sabiduría: «Porque
Dios no ha hecho la muerte ni se complace en la perdición
de los vivientes.
MENSAJE URBI ET ORBI DEL PAPA FRANCISCO - PASCUA 2014
Queridos hermanos y hermanas, Feliz y santa Pascua.
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la
Iglesia esparcida por todo el mundo: « Vosotras no
temáis, ya sé que buscáis a Jesús
el crucificado. No está aquí. Ha resucitado...
Venid a ver el sitio donde lo pusieron» (Mt 28,5-6).
Esta es la culminación
del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia:
Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este
acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra
esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo
perdería su valor; toda la misión de
la Iglesia se quedaría sin brío, pues
desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende
siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan
al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado,
murió en la cruz por nuestros pecados, pero
Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido
Señor de la vida y de la muerte. En Jesús,
el Amor ha vencido al odio, la misericordia al
pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira,
la vida a
la muerte.
Por esto decimos
a todos: «Venid y veréis». En toda situación
humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte,
la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio
de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo
para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos
por la vida, compartir con quien carece de lo necesario,
permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido... « Venid
y veréis»: El amor es más fuerte, el
amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el
desierto.
Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor
resucitado.
Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte,
saber que tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos;
que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada
por los conflictos y los inmensos derroches de los que
a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente
a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces
sometidos a la explotación y al abandono.
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la
epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona
y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades,
que también se difunden a causa de la incuria y
de la extrema pobreza.
Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua
con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados
de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos,
secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta a quienes
han dejado su propia tierra para emigrar a lugares
donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su
vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente
su fe.
Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad
pequeña o grande, antigua o reciente.
Te pedimos por Siria: la amada Siria, que cuantos sufren
las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda
humanitaria necesaria; que las partes
en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la
población
inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto
tiempo.
Jesús
glorioso, te rogamos que consueles a las víctimas
de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas
que suscitan la reanudación de las negociaciones
entre israelíes y palestinos.
Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos
en la República Centroafricana, se detengan los
atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria
y la violencia en Sudán del Sur.
Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos
se encaminen hacia la reconciliación y la concordia
fraterna.
Que por tu resurrección, que este
año celebramos
junto con las iglesias que siguen el calendario juliano,
te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en
Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas
por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo
para impedir la violencia y construir, con un espíritu
de unidad y diálogo, el futuro del País.
Que como hermanos puedan hoy cantar Xphctoc Bockpec.
Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la
Tierra: Tú, que has vencido a la muerte, concédenos
tu vida, danos tu paz. Queridos hermanos y hermanas, feliz
Pascua.
EL TIEMPO LITÚRGICO
1163 «La santa Madre Iglesia considera
que es su deber celebrar la obra de salvación
de su divino Esposo con un sagrado recuerdo, en días
determinados a través del año. Cada semana,
en el día que llamó "del Señor",
conmemora su resurrección, que una vez al año
celebra también, junto con su santa pasión,
en la máxima solemnidad de la Pascua. Además,
en el ciclo del año desarrolla todo el Misterio
de Cristo. [...] Al conmemorar así los misterios
de la redención, abre la riqueza de las virtudes
y de los méritos de su Señor, de modo
que se los hace presentes en cierto modo, durante todo
tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen
de la gracia de la salvación" (SC 102).
1164 El pueblo
de Dios, desde la ley mosaica, tuvo fiestas fijas
a partir de la Pascua, para conmemorar las acciones
maravillosas del Dios Salvador, para
darle gracias por ellas, perpetuar su recuerdo y enseñar a las nuevas
generaciones a conformar con ellas su conducta. En el tiempo de la Iglesia, situado
entre la Pascua de Cristo, ya realizada una vez por todas, y su consumación
en el Reino de Dios, la liturgia celebrada en días fijos está toda
ella impregnada por la novedad del Misterio de Cristo.
1165 Cuando la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, hay
una palabra que jalona su oración:¡Hoy!, como
eco de la oración que le enseñó su
Señor (Mt 6,11) y de la llamada del Espíritu
Santo (Hb 3,7-4,11; Sal 95,7). Este "hoy" del
Dios vivo al que el hombre está llamado a entrar,
es la "Hora" de la Pascua de Jesús, que
atraviesa y guía toda la historia humana:
«La vida se ha extendido sobre todos los seres y todos están
llenos de una amplia luz: el Oriente de los orientes invade
el universo, y el que existía "antes del lucero
de la mañana" y antes de todos los astros,
inmortal e inmenso, el gran Cristo brilla sobre todos los
seres más que el sol. Por eso, para nosotros que
creemos en él, se instaura un día de luz,
largo, eterno, que no se extingue: la Pascua mística» (Pseudo-Hipólito
Romano, In Sanctum Pascha 1-2).
EL DÍA DEL SEÑOR
1166 "La Iglesia, desde la tradición apostólica
que tiene su origen en el mismo día de la resurrección
de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días,
en el día que se llama con razón 'día
del Señor' o domingo" (SC 106). El día
de la Resurrección de Cristo es a la vez el "primer
día de la semana", memorial del primer día
de la creación, y el "octavo día" en
que Cristo, tras su "reposo" del gran Sabbat,
inaugura el Día "que hace el Señor" (Sal
118, 24), el "día que no conoce ocaso" (cf.
Maitines de Pascua del rito bizantino, Oda 9, tropario «Pentekostárion»).
El "banquete del Señor" es su centro,
porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles
encuentra al Señor resucitado que los invita a su
banquete (cf Jn21,12; Lc 24,30):
«El día del Señor, el día de la Resurrección,
el día de los cristianos, es nuestro día.
Por eso es llamado día del Señor: porque
es en este día cuando el Señor subió victorioso
junto al Padre. Si los paganos lo llaman día del
sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha
amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de
justicia cuyos rayos traen la salvación» (San
Jerónimo, In die Domnica Paschae homilia).
1167 El domingo es el día por excelencia de la asamblea
litúrgica, en que los fieles "deben reunirse
para, escuchando la Palabra de Dios y participando en la
Eucaristía, recordar la pasión, la resurrección
y la gloria del Señor Jesús y dar gracias
a Dios, que los hizo renacer a la esperanza viva por la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos» (SC
106):
«Cuando meditamos, [oh Cristo], las maravillas que fueron
realizadas en este día del domingo de tu santa y
gloriosa Resurrección, decimos: Bendito es el día
del domingo, porque en él tuvo comienzo la Creación
[...] la salvación del mundo [...] la renovación
del género humano [...] en él el cielo y
la tierra se regocijaron y el universo entero quedó lleno
de luz. Bendito es el día del domingo, porque en él
fueron abiertas las puertas del paraíso para que
Adán y todos los desterrados entren en él
sin temor» (Fanqîth, Breviarium iuxta ritum
Ecclesiae Antiochenae Syrorum, v 6 [Mossul 1886] p. 193b).
EL AÑO LITÚRGICO
1168 A partir del "Triduo Pascual", como de su
fuente de luz, el tiempo nuevo de la Resurrección
llena todo el año litúrgico con su resplandor.
El año, gracias a esta fuente, queda progresivamente
transfigurado por la liturgia. Es realmente "año
de gracia del Señor" (cf Lc 4,19). La economía
de la salvación actúa en el marco del tiempo,
pero desde su cumplimiento en la Pascua de Jesús
y la efusión del Espíritu Santo, el fin de
la historia es anticipado, como pregustado, y el Reino
de Dios irrumpe en el tiempo de la humanidad.
1169 Por
ello, la Pascua no es simplemente una fiesta entre
otras: es la "Fiesta de las fiestas", "Solemnidad
de las solemnidades", como la Eucaristía
es el Sacramento de los sacramentos (el gran sacramento).
San Atanasio la llama "el gran domingo" (Epistula
festivalis 1 [año 329], 10: PG 26, 1366),
así como la Semana Santa es llamada en Oriente "la
gran semana". El Misterio de la Resurrección,
en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra
en nuestro viejo tiempo con su poderosa energía,
hasta que todo le esté sometido.
Estemos alegres, contentos JESÚS HA RESUCITADO esto
es lo que celebramos en las fiestas, en este tiempo. Imitemos hágamos
cosas buenas, no le tengamos a nadie rencor ORACIÓN, CONFESIÓN, EUCARISTIA. AMARAD
A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS.
Narra el Evangelio que un Doctor de la
Ley se acercó a Jesús con la intención
de tentarlo: Maestro, ¿cuál es el principal
mandamiento de la Ley? La respuesta del Señor, conocida
por todos, fue: “Amarás al señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente. Este es el mayor y primer mandamiento” (Mt.
22, 36-38).
Además
de ser el primer precepto divino, este mandamiento de alguna
manera los incluye a
todos: cualquier transgresión a la ley de Dios viene
precedida por la carencia de amor a Él.
El mandato de amar a Dios sobre todas las cosas conlleva
la necesidad de vivir las virtudes de la fe, la esperanza,
la caridad y la virtud de la religión:
La fe, porque
para amar a Dios antes hay que creer en El;
La esperanza, porque el amor exige
la confianza en sus bondades;
la caridad, por ser el objeto propio
del mandamiento;
la religión, en cuanto que
es la virtud que regula las relaciones del hombre
con Dios.
Los pecados contra las cuatro virtudes
antes mencionadas constituyen el ámbito de prohibiciones
del primer mandamiento.
La
especie moral ínfima de los pecados contra
este precepto se trata al estudiar cada virtud.
PUNTOS SOBRE VIDA CRISTIANA
Yo soy el que soy ¿Cómo
podemos conocer la voluntad de Dios?
Estar más unidos a él por medio
de la oración.
Pensar ir descubriéndole a él
poco a poco. Estar en su presencia.
Ir al Trono de la Gracia
con frecuencia “La
Iglesia aconseja por lo menos
una vez al mes, ya depende de la persona”
Amad al enemigo.
Cumplir los mandamientos
Buscad la santidad. “Que no es fácil
ni tampoco difícil”. Yo diría
es un poco complicado. Esforcémonos
por llevar una vida de santidad,
una vida cristiana.
¿Cómo vivo yo esa santidad?
La oración es fundamental en mi camino hacia
la santidad. Oremos pues esforcémonos. Busquemos
a Dios en toda nuestra existencia.
¿Qué es lo que Dios desea en mí que haga?
¿Qué es lo que le gustaría? ¿Cuál es su voluntad?
El don de consejo como los demás dones, constituye también
un tesoro para toda la Comunidad Cristiana.
Tened muy presente a la Santísima Virgen María
en este mes de Mayo que está dedicado a ella. “Con
la oración y el Santo
Rosario”.
Para finalizar con mi trabajo de Pascua diría que estemos alegres que
Jesús está vivo, que lo amemos y que nos apoyemos en Él.
Y procurad no apartarnos de Él.