¿SABÍAS POR
QUÉ SANTA CLAUS VISTE DE ROJO Y BLANCO?
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Diciembre 2013
El
color de su vestimenta es otro aspecto más de la
evolución del icono navideño.
La leyenda de Santa Claus proviene de las que desde
muy antiguo se han atribuido a San Nicolás de Bari —obispo
de Myra —que entregó todos sus bienes a los
pobres, distinguiéndose siempre por su generosidad
hacia los niños.
En la Edad
Media, la leyenda de San Nicolás arraigó de
forma extraordinaria en Italia y en los estados alemanes
y holandeses. Cuando los holandeses colonizaron Nueva Amsterdam —la
actual isla de Manhattan— erigieron una imagen de
San Nicolás e hicieron todo lo posible para mantener
su culto y sus tradiciones en el Nuevo Mundo.
La devoción de los inmigrantes holandeses por el
santo era tan profunda y pintoresca que el escritor norteamericano
Washington Irving satirizó éstas y otras
costumbres holandesas en un libro titulado Knickerbocker’s
History of New York (La historia de Nueva York según
Knickerbocker) publicado en 1809. En él, San Nicolás
era despojado de sus atributos obispales y convertido en
un hombre mayor, grueso, generoso y sonriente, vestido
con sombrero de alas, calzón y pipa holandesa, que
se dedicaba a arrojar regalos por las chimeneas gracias
a un caballo volador que arrastraba un trineo prodigioso.
La popularidad
alcanzada por el llamado “guardián
de Nueva York” contagió a los norteamericanos
de origen inglés, que comenzaron también
a celebrar su fiesta cada 6 de diciembre, y que convirtieron
el Sinterklaas o Sinter Klaas holandés en el Santa
Claus norteamericano.
En 1823,
un poema de Clement Moore titulado A Visit of St. Nicholas
(Una visita de San Nicolás) publicado
en el periódico Sentinel de Nueva York, contribuyó a
la evolución de los rasgos típicos del personaje.
En el poema, San Nicolás aparecía sobre un
trineo tirado por renos y adornado de sonoras campanillas.
Su estatura se hizo más baja y gruesa, y adquirió algunos
rasgos próximos a la representación tradicional
de los gnomos (que según algunas viejas leyendas
germánicas otorgaban premios y castigos a los niños).
En 1863,
Thomas Nast —un dibujante y periodista
de origen alemán— publicó en el periódico
Harper’s Weekly su primer dibujo de Santa Claus,
en el que lo presentaba con figura próxima a la
de un gnomo, en el momento de entrar por una chimenea.
Sus dibujos de los años siguientes fueron transformando
sustancialmente la imagen de Santa Claus, que ganó en
estatura, adquirió una barriga muy prominente y
se rodeó de elementos como el ancho cinturón,
el abeto, el muérdago y el acebo.
Cuando
las técnicas de reproducción industrial
hicieron posible la incorporación de colores a los
dibujos publicados en la prensa, Nast pintó su abrigo
de un color rojo muy intenso. Aunque no se sabe con certeza
si fue él el primero en hacerlo, o si lo hizo por
influencia de Louis Prang, un impresor de Boston que publicaba
postales navideñas en que aparecía Santa
Claus con su característico vestido rojo.
Durante
la segunda mitad del siglo XIX se consolidó la
figura de Santa Claus merced a las grandes tiradas de tarjetas
de felicitación con fines publicitarios y se avanzó en
el proceso de abandono de los aspectos religiosos que hasta
entonces le acompañaban. Dejó de ser una
figura religiosa para convertirse en un emblema cultural,
celebrado por personas de credos y costumbres diferentes,
que aceptaban como suyos sus abiertos y generales mensajes
de paz, solidaridad y prosperidad. Dejó de ser un
típico personaje de la sociedad norteamericana de
origen holandés para universalizarse con su viaje
de vuelta a Europa.
Para la campaña publicitaria de
la empresa de bebidas Coca-Cola en la Navidad de 1931,
los dirigentes de la empresa pidieron al pintor Habdon
Sundblom —de origen sueco— que remodelara
el Santa Claus de Nast. El artista, que tomó como
primer modelo a un vendedor jubilado llamado Lou Prentice,
hizo que perdiera su aspecto de gnomo y ganase en realismo.
Santa Claus se hizo más alto, gordinflón,
de rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros,
chispeantes y amables, con pelo cano y sedosa barba
y bigote y fue vestido con un traje más lujoso
de color rojo con ribetes blancos, que eran los colores
oficiales de Coca-Cola. El personaje estrenó su
nueva imagen, con gran éxito, y el pintor siguió haciendo
retoques en los años siguientes, incorporándose
a sí mismo como modelo del personaje, y a sus
hijos y nietos como modelos de los niños que
aparecían en los cuadros y postales.