Si
nos referimos a Santa Claus como ícono visual, podemos
tomarlo con un invento del marketing relacionado con la
propaganda, tanto política como comercial.
Este invento se produjo en dos tiempos:
El primer tiempo corresponde a una ilustración
de Thomas Nast, publicada en el semanario Harpers’s
Weekly el 3 de Enero de 1863, durante la guerra civil
norteamericana. Había escasez y en las familias
del Sur se decía a los niños que no había
regalos porque ni siquiera Santa Claus podía romper
el bloqueo de los yankees.
Quizá para incidir en esta
terrible idea, a Thomas Nast se le ocurrió dibujar
a Santa Claus, tal como se lo imaginaba, ofreciendo
regalos a los soldados del Norte. Se trató de
una imagen propagandista, pues en la imagen, se
ve a Santa Claus sujetando un muñequito
que representaba a Jefferson David, presidente
de los confederados, quien fue un líder
enemigo.
Este Santa Claus mostraba las claves de la iconografía
santaclausista: luengas barbas, el abrigo con
pieles, el trineo tirado por renos.
El segundo tiempo está relacionado con
Coca Cola. En 1930, sus directivos estaban preocupados
por no encontrar la solución para romper
la estacionalidad de su consumo. Para ello, para
hacer que esta bebida se consuma también
en Navidad, llamaron a un brillante ilustrador
llamado Haddon Sundlom, quien creó el poster
de un Santa Claus ''cocalizado''. Sundlom varió la
vestimenta al colocarle un abrigo ''rojo Coca
Cola'', pese a que ese color era relacionado
con los Obispos.
Fue Coca Cola, quien impulsó la imagen
de un Santa Claus de color rojo y además,
le puso una cara de bonachón que se ha
popularizado como el rostro universal de Santa
Claus.
Está claro que el icono visual de Santa Claus
es obra de la publicidad, política al comienzo
y puramente comercial cuando nace la imagen que hoy se
atribuye a Santa Claus, imagen viviente de Coca Cola,
obra brillante de marketing.