LA NOCHE DE AÑO
NUEVO ES LA MÁS ANTIGUA Y UNIVERSAL DE LAS FESTIVIDADES
RELIGIOSAS (I)
Julio Torres
Santos
Diciembre 2012
Bacanal
Su historia comenzó antes de existir los
calendarios anuales. Sin embargo, la fecha del comienzo
del año ha variado bastante a lo largo de
la Historia: Rómulo la fijó en el 1º de
marzo, Numa y César, en el 1º de enero.
En el s. XII la Iglesia la estableció en el
día del Sábado Santo, pero Carlos IX
la restablecería en el 1º de enero. Curiosamente,
el gobierno republicano francés de 1792 decretó que
el comienzo del año coincidiera con el comienzo
del equinoccio de otoño (22 de septiembre).
Franco Cardini
se refiere al fin de año occidental en los siguientes
términos:
“Los doce días (y las doce noches) que separan
la Navidad de la Epifanía son noches misteriosas,
compendio del año, que valen cada una por un mes,
modos de transposición de las normas habituales de
comportamiento (las antiguas “libertades de diciembre”),
noches que acompañan la “Gran Fiesta”,
el Primero de Año. Las Saturnalia romanas, entre el
17 y el 23 de diciembre, en las que parecía que el
mundo se volviera al revés y fuera el fin del orden
establecido y el retorno al caos primordial, se caracterizaban
por la abolición de las diferencias entre los siervos
y los amos. Pero, en realidad, el caos de fin de año
no es otro que el de un tiempo consumado, que se hallaba
a punto de ser restablecido con mayor fuerza”.
La noche de fin de año combina, pues, algarabía
y bullicio con miedos y temores a espíritus y brujas.
Herederos de las Saturnalia romanas –fiestas que
evocaban la igualdad y la libertad de la edad de oro de
Saturno, la llegada del invierno entre los britanos y el “nacimiento
del Sol Inconquistado” en honor de Mitra - y aunando
religión con superchería, esa noche, la noche
de San Silvestre, los agricultores europeos barrían
los malos espíritus que destruían las cosechas
con un gran concierto de tambores y cuernos.
Cuenta la tradición que San Silvestre fue quien
bautizó al emperador Constantino y liberó al
país de la presencia de un dragón que vivía
en una caverna. Para descender a ella debía bajar
una escalera de 365 escalones, tantos como días
tiene el año
Si las noches de Navidad eran noches misteriosas, la de
fin de año, la noche de san Silvestre, lo era sobremanera,
pues se liberaban brujas, diablos y espíritus malignos.