La
Cofradía del Señor Resucitado de Padul forma
parte de la venerable Hermandad del Señor erigida
por el Arzobispo D. Juan Méndez de Salvatierra,
allá por el año 1579. Esta Hermandad, con
más de cuatro siglos de historia, preciado tesoro
de fe, legado de nuestros antepasados, está constituida
por una trilogía cofrade: la Hermandad del Santísimo
Sacramento y del Santo Sepulcro y Cofradía del Señor
Resucitado. Contiene, pues, los tres grandes misterios
que la Sta. Madre Iglesia otorga a los fieles cristianos
para su veneración mediante la constitución
de Cofradías o Hermandades, a saber: Eucarísticas,
de Pasión o Penitencia, y las de Gloria.
Cada
una de ellas, se hace presente ante los habitantes de Padul
en el período litúrgico correspondiente;
así: la solemne Procesión del Santísimo
Sacramento hace su recorrido en el día del Corpus.
El Santo Sepulcro en la Procesión del Entierro de
Cristo, el día de Viernes Santo y por último,
la Procesión del Señor Resucitado, que desfila
radiante por las calles de Padul, en la clara mañana
del Domingo de Pascua, aclamado con júbilo:
¡Bendita la mañana
que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío!
Esta es la luz del Señor resucitado, que ha llegado
hasta nosotros de la mano de nuestros mayores que, de generación
en generación, nos han transmitido su fe como antorcha
radiante que cada Semana Santa ha iluminado nuestras calles
y nuestros corazones. Así, en un largo recorrido
de años y de siglos, ha prendido la llama de la
fe, del amor y la esperanza en tantos y tantos corazones
paduleños.
La escultura
del Señor Resucitado representa a
un Cristo sereno y sencillo; su rostro es apacible, su
gesto y su postura transmiten seguridad y esperanza. Lleva
en una mano el estandarte de la victoria; en el que bajo
una pequeña cruz de Resurrección, se despliega
un banderín blanco. Sus vestiduras blancas, junto
con el color del banderín y de las flores, acentúan
el esplendor, la belleza y la alegría que irradian
de la Resurrección del Señor.
Durante todo el año, el Hermano Mayor de la Cofradía
y sus colaboradores más cercanos, se afanan en sus
preparativos para que esta fe del pueblo se mantenga viva
y se manifieste cada vez más pujante en la procesión
del Domingo de Pascua: un séquito de mujeres acompañando
con mantillas blancas, niños vestidos de blanco,
los adornos florales o la renovación de enseres
u otros elementos, como el precioso banderín bordado
en oro y donado por Mª Dolores Santiago Muñoz
y Mª del Rosario Duarte Laguna, signo de veneración,
de fe y devoción al Señor Resucitado.
Pero el Señor no va solo; como en su pasión,
lo acompañan la Virgen y San Juan, también
en su Resurrección:
Y la Virgen,
sosegada después de tanto dolor.
lo acompaña ya tranquila, paso a paso, con amor.
Junto a ellos va San Juan, aquel discípulo fiel,
que siguió al pie de la Cruz, en momento tan cruel.
Por último, No puede faltar la mención a
un elemento festivo muy típico de Padul que es la
tradición de los “Júas” como
símbolo de rechazo al apartamiento de Dios y a todo
lo malo. Por eso, la chiquillería los jóvenes
y menos jóvenes, a la carrera, van derribando los
muñecos colgados en los balcones, antes de la llegada
de la imagen de Jesús Resucitado, para que él
pase como triunfador sobre el mal, que nos trae el bien
y la vida.
Como final de esta presentación, un deseo y una
súplica: que sepamos entregar a las generaciones
venideras, el testigo de esta fe que nosotros hemos recogido
de nuestros mayores, unidos espiritualmente a los que nos
precedieron en la santa Hermandad del Señor Resucitado
y en todas las Hermandades y Cofradías de Padul:
Nosotros
queremos, Señor, correr
con la antorcha encendida.
Queremos dejar al relevo, un fuego mejor, una llama más
viva.