¿Qué es
Fátima? Es la primera pregunta que debe hacerse
cualquier persona cristiana. A lo largo de esta humilde
reflexión espero contestarla y que a la vez cada
persona encuentre su propia respuesta.
Introducción
Reconozco
que Fátima siempre estuvo presente en mi vida,
sin yo saberlo, era muy pequeño para reconocer
que la Virgen me llamaba. El primer encuentro, lejano,
fue con la imagen pequeña de la divina Madre
que sirve para medir el tiempo, y que es un reclamo
excelente para acercarse a María. Una imagen
colocada en el lugar bien visible de mi casa y que
mi madre consultaba para mostrarme el tiempo que
iba a hacer durante el día y a la que también
se le rezaba en ocasiones esporádicas pues
en esta tierra granadina domina la advocación
de la Virgen de las Angustias y particularmente
en mi hogar la Virgen del Perpetuo Socorro.
Mi familia
es religiosa por la parte materna. Como buena madre
católica enseñó desde pequeño
a dedicarle un “tiempito” a Dios, a María,
al Niño Jesús y al Ángel de
la Guarda. Ya de mayor se han ido ensanchando las
advocaciones y se han ido incorporando prácticas
religiosas de otras localidades.
Arrodillado
en el suelo y mirando en bello cuadro de la Virgen
se rezaba por la noche antes de entrar a la cama.
También el rezo del ángelus y el ir
a recibir la eucaristía y el catecismo, siempre
que había. Y a consultar o debatir la Biblia
siempre que era necesario.
Mi familia
forma parte de un entramado social amplio, el pueblo
de Albuñuelas. Se interconecta con todas las
demás familias y al ser una población
pequeña surgen hábitos de imbricación
afectiva y personal con todo el entorno inmediato.
Es tradición
familiar acudir a S. Sebastián, patrono oficial
de la localidad y a S. Antonio, existía una
pequeña Ermita cerca de donde vivimos en la
población albuñolense, que desgraciadamente
se extinguió por motivos económicos.
El
segundo encuentro con Fátima fue a través de la estampa que
trajeron cuando algunos miembros de la comunidad parroquial
fueron en el año de 1990. Era una estampa preciosa
que sirvió para seguir manteniendo el culto privado
y fomentar un poso devocional hacia su imagen y representación.
El cuarto encuentro
fue cuando trajeron un botecito con agua bendita del lugar
que sirvió para ayudarme a sacar todos los exámenes
que he tenido desde terminar el último curso del
instituto hasta la universidad, han sido seis años.
La botella mediana tenía una chapa pegada y por
el uso se le ha despegado pero aún contiene su agua.
La botella se encuentra encima del escritorio de mi habitación
y cada vez que pasaba le lanzaba una mirada de ternura
e imploraba su ayuda.
El gran encuentro,
el “cara a cara” ha podido ser el día
20 de agosto de este año de 2012, seguramente no
es un día importante para otra persona pero para
mí fue el mayor día, después de mi
nacimiento.
En primer lugar, poder ir a Fátima ha sido una odisea. Mi sacerdote
hizo posible que otro sacerdote tuviera la oportunidad de llevarme y le agradezco
a los dos, de corazón, la oportunidad de estar ante la Santísima
Virgen.
En segundo lugar,
no he ido con mi única persona sino con todo un
pueblo pues al enterarse mis vecinas que iba a este lugar
me recomendaron que rezará por ellas y eso hice.
Sin dudarlo y teniendo tiempo para implorar ante nuestra
Divina Madre para que proteja a todos los pobladores de
esta localidad y de las otras.
En tercer lugar, a conseguir la indulgencia. Que mejor lugar para ganar la
gracia que Nuestra Señora nos puedo otorgar que el lugar donde se percibe
más fácilmente, allí donde estuvo y donde sigue la gracia
te inunda y sientes la necesidad de conseguirla.
En cuarto lugar,
fue un peregrino buscando a su Madre, la necesitaba más
que al aire o al sol, fue un encuentro deseado y muy corto,
demasiado, a pesar de estar allí casi dos días,
el tiempo es un soplo y se necesita más, mucho más.
En quinto lugar,
ir con fe hace que veas con otros ojos cada piedra del
camino y sientas con el tacto totalmente nuevo lo que tocas
u oyes. El gusto se te despierta y el alma se te abre ante
el lugar tan especial y no quieres dejarlo. Al igual que
no quieres bajar del Calvario.
¿Qué sentido tiene Fátima?
Fátima es un lugar de santidad está demostrado
por ser el sitio elegido donde la Santísima Virgen
María se ha esforzado por acercarse al ser humano
en toda su sencillez, su humildad, su santidad y su amor.
María, la llena de gracia es espejo de todas las
virtudes que intenta enseñar al ser humano desde
su ejemplo vivo. Sin ella, no existiría ese abandono
total a Dios, ella es la piedra vivía en la que
Dios Trino esculpió el ejemplo más perfecto
para que el ser humano aprenda y no tenga reparos a la
hora de imitar el modelo de referencia.
La historia sobre los tres videntes, su
desenvolvimiento personal e internacional hablan del “gran plan de
María” para ayudar al ser humano perdido entre
las guerras, el odio, el fanatismo, el alejamiento del
plan divino y el extravío personal.
Cuando la Virgen María entra en escena las metas
de las personas cambian, las fronteras entre los países
se difuminan, las guerras se paralizan, las afrentas se
perdonan, las disputas cesan, los errores se perdonan y
se cubren las necesidades sin importar nada más.
la Santísima Virgen María nos ofrece un
tiempo único, santo, perfecto, necesario y urgente
para encontrarnos de nuevo con Dios Trino, para intentar
recuperar la senda del camino que se ha extraviado entre
la vida ajetreada, donde el ruido del trabajo, de las fiestas,
el dinero, de los viajes, las vacaciones, los vicios y
los excesos hacen que nos perdamos sin apenas darnos cuenta.
La Virgen nos enseña a orar. Después de
que Jesús se fuera mostrándonos el Padrenuestro
y se produjera el avemaría no hay más oraciones
que las de Simeón o la propia María, no hay
más oraciones claras que ayuden al ser humano. Es
el campo de los santos, donde estos maestros y maestras
nos enseñan a orar, y también el Santo Padre,
pero el ser humano necesita más, mucho más
pues se pierde entre el jaleo de todo lo que debe hacer
y no dedica el tiempo necesario a Dios Trino. Necesita
que le recuerden que deben emplear un trocito del tiempo
prestado para estar con Dios, para ponerse delante y desmontar
su vida para intentar reparar todo lo que no funciona.
Desde la batalla de Lepanto se dio un impulso al rezo del
rosario, Santo Domingo animó fervorosamente a su
rezo y dio como sentencia el que difundiese por todo el
mundo.
La Iglesia fomentó este hecho con la creación
de las cofradías y hermandades del rosario en cada
Iglesia pero con el paso del tiempo se fueron diluyendo
como el azúcar en el agua.
Con sus apariciones la Santísima Virgen María
vuelve a poner en primer plano un instrumento de salvación,
que es total, pues no enseña cómo hacerlo
y los beneficios que tiene. Los Papas lo dotaron de gracias
para hacerlo más atractivo pero antaño el
Rosario era largo, eran 150 avemarías de una vez
y la gente se cansaba, por ello se dejaba de practicar
y hasta se intentaba ocultar para no tener que pasar por
el “suplicio” repetitivo de su rezo. Sin embargo,
al fraccionarlo fue mucho más liviano y al distribuirlo
por días se hizo prosperó y fecundo en su
uso.
¿Qué se encuentra en Fátima?
Hay miles de personas que encontrar, de
todas las nacionalidades, allí es donde se ve el
efecto de la llamada mariana para acudir a su encuentro;
es el epicentro de su voz que
se irradia fuerte y potente a todo el mundo conocido.
Con tanta nacionalidad diferente es cuando
se demuestra el amor para con Dios y su elegida. Es necesario
ayudar
a quien no conoces; es la oportunidad perfecta para ofrecer
una sonrisa a quien se siente mal; una indicación
a quien quiere encontrar algo.
Es el perfecto campo de cultivo donde
se ve a Dios actuando en cada persona pues solas y acompañadas se alcanza
el objetivo, estar con la Santísima Virgen María
al ver como se ayuda y cuida a personas desconocidas.
Fátima es el lugar central donde ver a los hermanos
en la fe de otros países desarrollar el ritual según
su nacionalidad. Allí es donde se reza más
fuerte, donde se canta más alto, donde se ve mejor,
donde se recibe la mayor gracia tras la confesión
y donde la celebración eucaristía tiene un “gusto” tan
especial.
Fátima es el lugar de expiación por tus
pecados personales, esos que tanto nos pesan y que nos
impiden encontrar el camino a Dios. Es donde debes esforzarte
por encontrar la voz firme y clara de Nuestro Padre que
trasmite su predilecta de forma sencilla. Allí donde
tanto ruido y movimiento de gente se ve es donde Dios habla
más claro, la Santísima Virgen María
lo ha demostrado y lo hizo sencillamente para que comprendiésemos
el designio divino. Siempre se dirige a los sencillos de
corazón para que den su mensaje al resto del mundo.
Elige a los pulcros de alma porque son quienes más
cerca están del Padre. Escoge a los obedientes que
no se rinden ante lo que deben hacer.
Fátima es el sitio donde vivir en familia. Los
padres van con sus hijos y amigos y abuelos pero toda la
gente congregada forma la familia perfecta que permanece
unida a nuestros padres celestes, Dios Trino y la Santísima
Virgen María, sin ellos no existe el pilar que sostiene
la fe y la vida en el planeta. Familia es aquel núcleo
donde reside el amor, un amor perfecto donde educar el
fruto de la entrega mutua y donde el sacrificio es un regalo
y no una obligación.
Fátima es el lugar del diálogo, un diálogo
fecundo que se busca a todas horas, día y noche
para encontrar la voz de la Santísima Virgen María,
una voz dulce que nos ayude por los caminos oscuros que
nos tocan vivir diariamente. Allí es donde puedes
encontrar una plataforma de debate y de apertura pues María
es quien muestra la sencillez para hablar y para entenderse
entre toda la sociedad.
Fátima es el lugar de la paz. Allí donde
está la Santísima Virgen María la
paz se encuentra cerca, no existe un lugar donde el sol
queme menos, el aire sea tranquilo y todo fluya sin problemas
que este lugar. Donde aparece nuestra Madre la paz aflora
sin problema, se tiende a cultivar y a expandir por las
personas que la han experimentado y que son trasmisores
del pozo donde ha sido excavada la fuente de paz que ofrecer
al mundo.
Fátima es el lugar del recuerdo pues cuando has
vivido la experiencia deseas regresar para volver a ponerte
bajo el manto protector de María y que no te falte.
Fátima es el lugar de la paz. Paz espiritual alcanzada
al participar de la propia esencia del lugar, la oración
comunitaria, la individual. Se ora con más gana,
se reza con más tenacidad. Se recibe la penitencia
con ánimo, te sientes impulsado a confesarte para
encontrarte con la Santísima Virgen María
y que te lleve a su Hijo.
Paz personal al realizar el Vía Crucis y al ver
a los tres pastorcillos frente al ángel de la paz
o en la capilla de Valhinos. Paz de todos los sentidos
al estar tranquilo en el lugar, a pesar de la vorágine
de gente se respira paz, hay tiempo, no hay agobios, sino
tiempo, es el tiempo que regala la Virgen a quien quiere
alcanzar el estado de paz.
¿Cómo
orar?
Fátima también es el lugar donde la oración
fluye, te dejas llevar por todos los acontecimientos que
suceden delante de tus ojos. La celebración eucarística,
el Vía Crucis, el rosario, los momentos de reflexión,
los libros piadosos, todas las pequeñas dedicatorias
a los santos que encuentras.
La Virgen enseñó a los tres pequeños
a orar, es necesario hacerlo con más efectividad.
La Iglesia, amparada en la tradición de los santos
padres y de los santos, nos enseñó a rezar
pero se va perdiendo efectividad, aparece la desgana y
la falta de tiempo.
Al estar en Fátima debes orar, te sientes impulsado
por una fuera irrefrenable que te obliga a arrodillarte,
a encontrar un estado consciente de conexión directa
con la Santísima Virgen María y con Dios
y notas como las palabras salen del corazón y la
oración empieza a florecer sin temor a errar la
palabra o miedo a equivocarte.
También hay gente que va allí para aprender
a orar, no sabe o ha perdido práctica o descuida
su obligación fundamental y allí existe el
tiempo para recobrar el camino que nos lleva a las buenas
maneras que Dios espera de nosotros y que Cristo y ahora
María persiguen que arraiguen en nuestro corazón.
La oración fructifica, es algo inexplicable, pero
así es, te encuentras gente por todos los rincones,
rosario en mano o con un libro piadoso rezando, encontrando
su rincón especial para conectarse con Nuestra Madre
y que nos enseñe a estar en completa conexión
con Dios.
La oración ayuda a los demás, aparte de realizar
las peticiones empleamos el rezo para tener presentes a
todas las personas que no están con nosotros en
ese preciso instante o que ya han pasado al Padre.
El secreto de la oración reside en ponerte a orar,
en soledad, sin nadie más que Dios Trino y tú.
Existen miles de manuales y obras y maneras pero la básica,
la efectiva, la que nos beneficia es esta, oras al tener
el tiempo para realizar tu propia oración.
La vivencia por los fallecidos
Al estar en un lugar santificado notas
como te “vuelves
santo” y al ser santo dejas de importar, importan
los demás, tú te vuelves la última
persona sobre la faz de la tierra y no te importa. Aprendes
a ser el último y tener presente a los demás.
Llegan a tu corazón la memoria de todos los que
nos han precedido y que espiritualmente los sientes a tu
lado. Allí donde la Santísima Virgen María
aparece la felicidad florece, para el plano terrenal y
para el celestial, ella que es Señora y Reina de
todo lo creado por gracia de Dios Trino otorga el favor
a todos los seres, visibles e invisibles pues desea una
salvación entera y perpetúa.
La vivencia por los pecadores
En Fátima se vive el pecado, no es algo ajeno a
nuestra vida o que lo puedas ocultar sino que lo vives,
se aparece delante de ti, te reclama que lo subsanes, que
lo purifiques, por ello recibes gustoso el realizar la
reparación por tus faltas.
También eres consciente de que falta gente en el
santuario, muchísima gente, millones de personas,
no me refiero a que vayan a visitarla un día sino
a que se pongan delante de la Virgen a pedir por sus faltas.
La Virgen nos espera a todos, nos quiere ver allí,
postrados, sentados, de pie, nos espera, su mensaje es
una llama mundial para que todos acudan a verla. Nos necesita,
quiere tenernos bajo su maternal mirada para protegernos
de los peligros diarios a los que nos enfrentamos.
La Santísima Virgen María, su calma, su
dulzura, su fortaleza, su mensaje nos hablan del pecado
de otras personas, aquellas que no quieren estar con Dios
Trino, aquellas que ofenden conscientemente al Creador,
aquellas que reniegan de sus raíces religiosas o
persiguen aniquilar todo elemento de piedad.
La vivencia por
Jesús
Al entrar al santuario te encuentra con
el gran Cristo crucificado, al estar a su lado te haces
pequeño,
te sientes insignificante, así somos, somos polvo
que contiene la sustancia viva prestada.
Vemos a Cristo paciente mirarnos, desde
la Cruz nos mira, sufre por nosotros, nos ha perdonado,
nos ha amado y nos
sigue amando, nos espera y espera que cambiemos para que
estemos mucho más cerca de su cruz pues a pesar
de que tenemos crucifijos colgados al cuello o en cualquier
otro lugar estamos muy lejos de su Cruz, la salvadora,
nos alejamos de Cristo cada vez mas y sufre, sufre su divino
corazón.
También sufre el corazón de la Santísima
Virgen María y cuando un corazón sufre todo
el cuerpo sufre y no se encuentra paz en ningún
lado.
Cristo que sufrió la Pasión y la Muerte
pacientemente vuelve a sufrir diariamente ante la pérdida
de sus hijos, nos perdemos por miles de motivos y a penas
nos damos cuenta, no percibimos como vamos saliendo del
redil.
La Santísima Virgen María desea que volvamos
al redil y a Cristo, por eso nos propone que la acompañemos
en los ratos de tiempo que tengamos, no necesitamos horas
y horas sino un tiempo. Los minutos dedicados a la Santísima
Virgen María se vuelven horas cuando se han consolidado
y los problemas de días y años se vuelven
minutos.
Sufre Cristo, sufre María y sufrimos con ellos,
a los pastorcillos se les encomendó sufrir por todos
los pecadores y nosotros que estamos allí sufriremos
al hacer coparticipes del mensaje, al asumirlo, al participar
en las oraciones, en la vivencia del lugar. Por ello se
hacen promesas y confesamos, para pedir reparación
y nos esforzamos por reparar más allá de
nuestros actos.
¿Qué es el espíritu de Fátima?
Al principio era el Verbo, y el Verbo
estaba en Dios, y el Verbo era Dios…, son las palabras con que empieza
el santo evangelio del apóstol S. Juan (1, 1-2)
y nos ofrece la narración del Dios Trino que fue
el creador, continúa diciendo. Y el Verbo se hizo
carne y habitó entre nosotros (S. Jn, 1,14), como
prenda del amor total que tenía para el pueblo que
había elegido para difundir su palabra. En este
inmenso acto de amor eligió al ser más perfecto,
el ser que es nuestro referente y nuestro pilar.
Fátima habla del amor de la Santísima Virgen
María que tiene dolor por las faltas que cometemos
contra su Hijo, y del amor de Jesús por su pueblo,
pues todos formamos parte del pueblo y somos su regalo
precioso, por ello nos cuida, nos envía los pastores
necesarios, siempre se envían los trabajadores a
la mies cuando hacen falto.
Fátima es la palabra viva, no es un texto que se
quede guardado en el estante sino que encontramos en carne
una palabra dada y una promesa que se va a realizar día
a día.
Siempre Dios mantuvo su palabra, a pesar
de que el ser humano dudo, dudo en numerosas ocasiones
pero siempre hubo
un intercesor para demostrar que la duda no era más
que una sensación de neblina que se difuminaba,
las dudas forman parte de la persona humana, Moisés
dudo de lo dicho por Dios, Pedro dudo las palabras del
mismo Maestro y nosotros que vivimos lejos, “muy
lejos”, tenemos muchas más dudas, muchísimas.
Pero María nos ha cogido maternalmente para demostrarnos
que no somos los últimos sino los primeros para
Dios. El ser humano sigue necesitando ver y experimentar
para creer, es una máxima humana. El apóstol
Tomas fue el primer incrédulo pero nosotros seguimos
teniendo su actitud, pues utilizamos la mente lógica
y científica para analizar, entender y comprender
todo lo que nos pasa sin darnos cuenta de lo que dejamos
pasar, los hechos divinos que se nos otorgan diariamente
pero que nos pasan desapercibidos como el rato de silencio
donde conectamos con Dios, o el tiempo en que estamos delante
del Santísimo Sacramento o la oportunidad de tener
comunión diaria o notar el cariño y la ayuda
cuando estas fuera de tu casa.
La Santísima Virgen María representa la
fuerza que necesitamos, una fuerza diaria pero también
la parte que nos recuerda nuestras obligaciones, igual
que como hijos participamos en todos los asuntos relativos
a nuestra familia a si debemos participar en las necesidades
que nuestros padres tengan.
La principal tarea de una madre es educar,
cuidar, guiar y proteger, así la Santísima Virgen María
nos educa en el amor a Dios Trino; nos cuida protegiéndonos
bajo su manto; nos guía durante nuestra vida; nos
protege mediante el rezo del rosario.
La enseñanza de María
No hay belleza tan sublime como la de
Nuestra Santa Madre, ella que es sencilla interiormente
también lo es
exteriormente, es el culmen de todo lo creado y la perla
más preciada que corona la magnífica obra
de Dios Trino.
María dulzura singular es nuestra esperanza, ella,
la más sencilla, la que ocupa un segundo plano es
quien más importancia tiene pues siempre aparece
en el momento justo y necesario. Su papel, que parece secundario,
es principal, tanto que jugó y juega un papel trascendental
en la salvación personal de cada ser humano, sin
ella, sin su protección, sin su guía, sin
sus ánimos, sin su aliento no podríamos estar
seguros en la vida que nos ha tocado.
A lo largo del día decimos su nombre, la invocamos,
le dirigimos una mirada a una de sus numerosas interpretaciones
pictóricas o rezamos el rosario, tenemos siempre
presente a la Madre de Dios, siempre, y al hacerlo miramos
a Dios, su Creador, para reconocer la perfección
espiritual que reside en cada persona y que debemos esforzarnos
por alcanzarla, es una parte más de nuestro cometido.
María, fruto perfecto es nuestra esperanza, lo
demostró en la Biblia, fue la primera en acoger
el designio de Dios con esperanza y cuando Santiago estaba
desalentado predicando en España dio aliento y reconfortó al
santo apóstol, María es esperanza de quien
se siente agobiado por las circunstancias que le ha tocado
vivir, es refugio durante las horas de fuego que nos tocan
soportar y de las injusticias que continuamente nos afectan.
Su corazón maternal sigue sufriendo, primero por
el pueblo en donde nació; segundo, por su Hijo y
tercero por nosotros. El sufrimiento de Nuestra Santa Madre
es constante y por ello quiere ayudarnos para que sepamos
que no estamos solos, que debemos pelear con uñas
y dientes contra Satanás y el pecado, y contra los
que no aceptan a Dios Trino en sus vidas y que no estamos
solos, ella nos acompaña, está a nuestro
lado segundo a segundo para que venzamos en tan terrible
lucha.
Cualquier persona a la que le duele el
corazón
se realiza revisiones médicas para comprobar la
evolución del órgano que mueve todo el cuerpo,
la Santísima Virgen María en cambio nos pide
algo mucho más sencillo y menos doloroso, rezar
el rosario, una herramienta salvadora que se esforzó por
difundir con Santo Domingo.
El rosario no es un adorno, no puede serlo,
debe ser una herramienta, como cualquier herramienta se
debe usar, no
hay que colgárselo para demostrar que es bonito
o que se usa por moda sino para rezar con él.
El rosario también es nuestro salvoconducto, es
una gracia otorgada para que nos ayude a salvarnos, pero
para ello debe ser un rezo del rosario desde el corazón
y con el alma abierta para que surta efecto.
Su lindo corazón sufre, sufre inmensamente y nos
hace pensar en que no siempre contentamos a nuestra madre,
a la de la tierra y a la del cielo ni a nuestro padre terrestre
y celeste, por ello debemos respetar a los padres, ayudarles
en todo lo que podamos y demostrarles nuestro amor en base
al cariño que les debemos, nos dieron la vida, los
terrestres, y las gracias de santidad, los del cielo.
Las imposibilidades
Es difícil alcanzar la espiritualidad necesaria
que nos conecte con Dios, sobre todo, cuando se busca una
conexión potente que nos comunique sin dilación
con el Altísimo.
Nos asfixia la sociedad en la que estamos
inmersos y de la que somos presos por la cantidad de ídolos
que nos ha creado.
El dinero, la droga, el lujo, el consumismo,
la vanagloria, el placer, el egoísmo, el aislacionismo, el individualismo,
la envidia son los nuevos dioses que distraen al ser humano
de su conexión con el seno donde fue creado.
Oraciones
El alma tengo en carne viva
al estar ante ti, te pido perdón
por todos mis pecados
que son muy numerosos,
pues pecador nací.
La tengo prestada por una vida,
necesito lavarla ante los pecados
y faltas que cometo.
Ayuda a que quede limpia
y pulcra como el sol.
Madre del buen consejo, auxíliame en mis necesidades
diarias para que pueda sobrevivir en la jungla de la vida
que se levanta a mí alrededor.
Te pido Madre coraje para ayudar a quien pueda,
Fuerza interior para no dejarme dominar por el miedo del
que dirán,
Limpieza de corazón para esforzarme por ser siempre
mejor persona,
Amor para ayudar a quien lo necesite.
Virgen de la caridad ruega por todos los
pecadores, que tu manto los proteja del fuego de la condenación
y que nosotros tengamos presentes que no estamos libres
de ella, haznos dóciles a seguir tu mensaje para
librarnos de tan terrible castigo.
Virgen del perdón, auxilio de quien implora tu
favor, danos entrañas de misericordia para soportar
los errores, las faltas y las ofensas que realizan sobre
nosotros y sepamos ser administradores de la gracia divina
del amar al prójimo.
Virgen de la oración, maestra de la vida contemplativa,
enséñanos a conectarnos más con Jesús
y que nos lleve al Padre.
Cristo sufriente, que murió por la humanidad, perdona
nuestras culpas cuando nos alejamos de ti, permite que
reparemos las faltas cometidas, ayúdanos a arrepentirnos
y a encontrar la pureza necesaria para cumplir la penitencia
y danos tu bendición.
María, extensión del cielo y perla de Oriente,
consejo de sabios y refugio de quien confía siempre
en el plan de Dios ayuda a tus hijos necesitados de tu
protección y amparo para que podamos aceptar y cumplir
la misión encomendada a cada persona en este mundo
y cuando subamos al Padre tengamos tu auxilio por su hemos
cometido alguna falta.