Manuel Romero
Castillo
PES del IES Punta del Verde (Sevilla)
Historiador
Sevilla, 3 de febrero de 2016
El día 3 de febrero celebramos
a San Blas, obispo y mártir. Todo el Valle sabe
que es patrón1 de Dúrcal
y que hay varios días de fiesta, pero no seriamos
capaces de referir nada sobre su vida. Pretendo subsanar
esa laguna.
Tres representaciones escultóricas
del santo varón, de Guipuzkoa (en retablo fijo),
Dúrcal y Murcia (esculturas de bulto redondo para
procesionar).
Imágenes obtenidas de Internet.
BREVE
BIOGRAFÍA
El santo nació en
Armenia. Las crónicas ni las actas martiriales se
ponen de acuerdo sobre la fecha de su nacimiento.
Sabemos
que nació en el seno de
una familia acomodada cristiana, eso le permitió estudiar
medicina y ejercer como médico. Siempre
fue dulce y gentil con todos su pacientes y muy
servicial.
En esta época los obispos de las diferentes
comunidades religiosas se elegían de entre los
varones más santos por aclamación del
pueblo. Se proponía por la autoridades religiosas
una terna de piadosos varones y se decidía popularmente.
Muerto el obispo de Sebaste Blas es elegido y vestido
de obispo. Así aparece en bastantes obras
de arte.
La vida de Blas se
transformó de curar enfermedades
del cuerpo pasó a curar enfermos del alma,
a consolarlos, a aliviarlos espiritualmente y a transmitirles
la vitalidad de Jesucristo a través de su
contacto directo con el pueblo sencillo y piadoso.
Diocleciano llegó al poder en el siglo III,
un siglo oscuro y lleno de sangre, sobre todo sangre
cristiana pues fueron proclamados los cristianos
enemigos del Estado, y por ende, los causantes de
todos los males.
Imagen obtenida
de Internet2
Al comenzar la persecución a los cristianos, por
inspiración divina, se retiró a una oquedad
en las montañas, una cueva del Monte Argeus, donde
consiguió mantener una vida eremítica.
Tocado por el espíritu de Dios la vida eremita que
llevaba comenzó a dar frutos de santidad, realizaba
milagros pues las fieras salvajes iban a buscarlo a la
cueva para que las curase y esperaban pacientemente que
terminase sus rezos antes de importunarlo.
En la época de los emperadores romanos, Diocleciano
fue uno de ellos, el “pan y circo” era la mejor
distracción que se podía ofrecer al pueblo
para entretenerlo y así que no estuviese pendiente
de las carencias reales que tenía. Los espectáculos
con fieras salvajes eran junto, con los de gladiadores,
los más apetecidos por el público pues les
divertía ver luchar a las personas contra las más
voraces y feroces fieras.
Luesia (Zaragoza). Iglesia de San
Salvador.
Retablo de San Blas. San Blas ante las
fieras.
Martín de Soria (1464).
Pintura al temple
sobre tabla. (Foto de Jesús Díaz).
Las fieras se habían acabado y
salieron varios encargados a buscar por la zona y llegaron
a las inmediaciones de la cueva donde observaron a
los animales salvaje pacíficamente recostados
y tranquilos, llenos de asombro comprobaron lo que
pasaba y al ver al obispo fueron a denunciarlo al superior.
Pronto lo capturaron y lo metieron en la cárcel.
Lo condujeron
atado con cadenas hasta el gobernador romano. Cuando
cruzaba doliente las calles de su ciudad natal, Dios
hizo brillar su dolor con un milagro. Refiere el
acta martirial que una madre angustiada se acercó al
santo con su hijo moribundo, una espina le atravesaba
la garganta y lo ahogaba, la madre desesperada lloraba
amargamente llevando en sus brazos al niño
medio muerto, al reconocer al santo se mete en medio
de la comitiva y se dirige a él con esta súplica:
-Siervo
de Jesucristo apiádate de mi hijo,
es mi único hijo-, el mártir
se olvida de las cadenas, pone la mano
sobre el niño
agonizante y traza la señal
de la cruz sobre su garganta, ora fervorosamente
por él
y el muchacho se reanima, arroja la
espina que le
ahogaba
y recupera la salud.
Este acontecimiento le proporcionó la fama
definitiva y su vinculación total
a los cuidados de la garganta.
El fervor popular se ha expresado mediante oraciones
con expreso fin suplicante:
¡Oh
Dios! Protector de cuantos acuden a Ti, Tú concediste
al obispo y mártir San Blas dar
testimonio de fe hasta el martirio, y por
medio de él
realizaste prodigios maravillosos a favor
de los enfermos…3
Podemos encontrar varias representaciones pictóricas
de este acontecimiento.
M.
Rodríguez cree que no fue en la calle sino
en la cárcel donde curó al niño
que se ahogaba, fuese una u otra, en las dos encontramos
al niño con la espina en la garganta y su
milagrosa curación y la atribución
al santo de poder para sanar todas las enfermedades
relacionadas con la garganta.
SU MARTIRIO
En la cárcel siguió predicando secretamente,
reconfortaba a los cristianos que sentían miedo
y alentaba a toda persona que iba a morir para diversión
de los romanos.
Desde la cárcel hizo más milagros. Había
una viuda pobre que tenía un único cerdo,
era todo su capital y su esperanza de futuro, pero un lobo
se llevó al cerdito dejándola muy apesadumbrada.
Fue a ver al santo y le rogó que le ayudase, Blas
oró fervorosamente y el lobo devolvió el
cerdito a la mujer. Ésta le regaló las patas
cocinadas y la cabeza. Por eso hay veces en que el santo
aparece con un cerdo.
Existen obras de arte donde el santo aparece con una vela
o se regalan velas cruzadas. Jesús Gómez
explica La Leyenda Dorada, relata el acontecimiento con
más detalle, pues la viuda en su visita al santo
le llevó una vela y un pan.