Mientras algunos estudiosos consideran
como padres del Belén a las estatuas votivas que representaban
a los Lares y Penates, -- tutelares de la casa, de la familia
y de la patria, que los antiguos romanos exponían en una
ángulo de la casa dedicado como altar, en realidad la primera
representación de la Navidad se encuentra en el fresco
de las catacumbas de Santa Priscila (s. II d.C.) que representa
a la Virgen con el Niño en el regazo, para la presentación
a los Reyes Magos; al lado un hombre, San José, o quizá
el profeta Isaías y en alto una estrella con ocho puntas.
En los siglos sucesivos hasta el quinto mas o menos, son muchos
los frescos de las catacumbas que representan análogas
Epifanías, mientras que en el fresco de las catacumbas
de San Sebastián (s.IV d.C.) faltan María y José
pero aparece una especie de pesebre con el buey y la mula.
Sucesivamente desde el siglo IV al VI,
en los bajo relieves de los sarcófagos de mármol,
comienzan a aparecer también los pastores y así,
poco a poco, el Pesebre toma forma, acercándose al esquema
actual, con todos los personajes: el Niño Jesús,
María, José, la mula, el buey, los Tres Reyes Magos,
los pastores. Se trataba sin embargo de bajo relieves y en los
siglos sucesivos de cristaleras pintadas, miniaturas, mosaicos
pero todavía no eran propiamente pesebres entendidos como
la representación tridimensional del Nacimiento.
En este sentido, los estudiosos están de acuerdo en considerar
como el Pesebre mas antiguo de Italia el realizado en mármol
por Arnolfo di Cambio, realizado en torno a 1289, que, aún
cuando fue destrozado en varias partes y reestructurado, se puede
todavía hoy admirar en la Basílica de Santa María
la Mayor.
Ante el muchos pontífices celebraron
la Misa de Navidad hasta 1870.
San Francisco de Asís
La tradición atribuye a San Francisco
de Asís la introducción del Pesebre entre las innumerables
costumbres navideñas, cuando en la noche de Navidad de
1223, según cuenta San Buenaventura, realizo en Greccio
un pesebre con la paja, hizo traer un buey una mula y se celebró
allí la misa, ante una multitud de gente reunida de toda
la región.
En realidad en Greccio no se representa
a ningún personaje de la Navidad de Belén, ni hubo
actores que representaran a la Virgen, San José y el Niño;
por ello, mas que un Belén, la presentación de Grecccio
fue interpretada como una forma mas del ceremonial litúrgico
de navidad, enlazando con los antiguos misterios, dramas sagrados
vulgares que tenían como sujeto episodios del Antiguo y
del Nuevo Testamento, y las laúdes dialogadas y dramáticas,
expresiones de la religiosidad laica de las Cofradías,
muy difundidas en aquel periodo sobre todo en la Umbría
y en Toscana.
En las representaciones sagradas, que
a partir del siglo XVI se hacen cada vez mas faustas, no faltaron
muñecos móviles, que algunos consideran como los
inicios de nuestras estatuillas.
La progresiva degeneración del drama litúrgico en
formas paganizadas, obligo a la Iglesia a condenarlo en el Concilio
de Treviri y favorecer para luchar contra ello la representación
estática de la Navidad y por tanto del Belén , contribuyendo
así a su posterior difusión.
En el 1300
Los primeros belenes de los que nos
llegan noticias y ejemplos, se remontan al 1300, pero se trataba
en realidad de grandes figuras de mármol, madera o barro,
colocadas en una capilla y expuestas todo el año, características
que mantendrá el Belén hasta finales del siglo XVI.
Recordamos entre otros, el Belén
en madera construido en Nápoles en el 1330 por las Clarisas
del Monasterio de Santa Clara; el de madera conservado en Rivolta
d’Adda (Cremona) datado de 1480 por la escuela de los Alemanno;
el Belén de barro de la iglesia de los franciscano de Busseto
(Parma) obra de Guido Mazzoni.
En Ambrogio de la Robba se atribuye
comúnmente un Belén en barro policromado conservado
en la iglesia del S. Spirito de Siena: no menos importante es
una Adoración del Niño de Andrea della Robbia, en
el convento de Verna (Arezzo).
En Pulia y Lucania el Bleen tuvo su
mauyrp desarrollo a lo largo del siglo XVI, gracias ala presencia
de artistas como Stefano de Putignano a quien debemos entre otros,
el Belén en piedra de Cassanno y de Polignamo a mare (Bari)
y Altobello Persio, autor del Belen conservado en la Catedral
de Matera.
El Concilio de Trento
El concilio de Trento que concluyó
en 1563, al establecer normas precisas sobre el culto a los santos
y las reliquias, favoreció la difusión de los belenes
como expresión de la religiosidad popular.
Los jesuitas, la nueva orden religiosa
constituida en el Concilio, se apropiaron de ello, hasta casi
monopolizarlo: en sus manos el belén se convierte en un
instrumento con fines didácticos para reconquista a los
países reformados y evangelizar las tierras recientemente
descubiertas en el Nuevo Mundo.
El Belén, católico y mediterráneo,
es así contrapuesto al árbol de navidad, protestante
y nórdico, promovido por Martín Lutero; además
los jesuitas imponiendo el propio gusto en la profusión
ornamental, lo alejaron cada vez mas de la sencillez franciscana
de los orígenes. A lo largo del seiscientos, aparecen y
se desarrollan esos efectos escenográficos que revolucionaron
el carácter del Belén. Los belenes se convirtieron
en espejos de la cultura que os produce, reflejando con trazos
de intenso realismo la sociedad del tiempo y los aspectos mas
vivaces de la realidad cotidiana; se enriquecen de elementos inusitados
y exóticos y de elementos escénico espectaculares,
con una suntuosidad de fantasía inventiva, propia del barroco.
A la vez el Belén comienza a
salir de las Iglesias para hacer su ingreso en las casas patricias
y de la alta burguesía, como objeto de decoración
de lujo, realizado cada año con éxitos siempre diferentes.
Las grandes estatuas fijas son sustituidas
por pequeñas figuras de madera, a veces incluso con partes
en tela. Con la cabeza y miembros en terracota, cera o madera,
revestidos de trajes suntuosos cuyo uso favoreció la disposición
privada evitando la monumentalidad y la inmovilidad propias de
las belenes en las iglesias.
Del Barroco hasta nuestros días
El Belén barroco alcanzará
su mas alta expresión artística en el Belén
napolitano, el cual caracterizará, aun con las naturales
diferencias regionales, el Belén siciliano, genovés
y romano. Mas allá de los esplendores barrocos del velen
del setecientos napolitano, siciliano y en parte genovés,
en otras regiones italianas el Belén en el siglo XVIII
se presenta más sobrio, menos espectacular y más
cercano a la realidad histórica con figuras principalmente
en madera tallado en Alto Adige y en terracota policromada en
Lombardia y en Emilia Romaña; se difunden también
verdaderas concesiones al siglo de la razón, los belenes
mecánicos. Además, a lo largo de los siglos bajo
el materialismo y el racionalismo iluminista, la tradición
del belén comienza a atravesar un periodo de indiscutible
decadencia. Solo en el siglo siguiente, el Romanticismo, exaltando
los valores más espirituales, como son el sentimiento religiosos
y el sentido de la familia y de la tradición, valores todos
que el belén expresa en grado máximo, hace que vaya
en auge aunque con distintas características.
Cerrada ya su gran estación de
arte, en el Ochocientos, pierde el uso de su disposición
en las iglesias y en las casas patricias, se empobrece y difundiéndose
en todos los estratos sociales, se hace popular, con la acentuación
de sus elementos rituales domésticos.
Se producen figuras de bajo precio en
arcilla o yeso para satisfacer las exigencia s de u publico mas
amplio; los artistas son sustituido por los artesanos que se sirvieron
con frecuencia de estampas, se asiste a una repetición
de los viejos motivos, sin buscar soluciones originales. Además,
precisamente en este siglo, el Belén recuperará
su aspecto de ingenua y espontánea expresión popular
que se había olvidado en las ricas viviendas barrocas y,
perdiendo en ostentación, se enriquece de poesía.
El Belén en el Mundo
El Belén español
Los cambios y tráficos durante
la dominación borbónica entre Nápoles
y España, introdujeron en esta última y especialmente
en Cataluña, la costumbre del Belén, que hasta
el momento había estado limitado a las grandes composiciones
plásticas de las Iglesias. Las figuras totalmente modeladas
en creta, de Ramón Amadeu (1745-1821),el mas grande
escultor de su tiempo, hicieron escuela e influenciaron todo
el arte posterior de los belenes. La primera asociación
de belenistas fue fundada precisamente en España en
torno al 1860, pero duro poco; posteriormente en 1921 surge
en Barcelona la Asociación de belenistas de las que
derivaron otras difundidas por todo el país. Hábiles
constructores aislados dieron vida a la considerada “escuela
del yeso catalán” que dio lugar a autenticas
obras de arte, revolucionando el estilo secular del Belén
de papel y corcho y especializándose en la construcción
del Belén definido como histórico, esto es,
que intenta reproducir, con la mayor fidelidad posible el
ambiente y las costumbres de palestina en tiempo de Jesús.
Cada año, en los días que preceden a la Navidad,
se realizan en las principales ciudades españolas,
mercados de todo género; existe también la costumbre
de los niños que van de casa en casa cantando ante
el belén villancicos para recibir a cambio dones y
dulces. .
En Italia
El Belén napolitano
En Nápoles, hacia la mitad del Quinientos, con el
abandono del simbolismo medieval, nace el Belén moderno.
La tradición atribuye el merito a San Cayetano de
Thinee, que construyó en 1534 en el oratorio de Santa
Maria de la Stalletta, en el Hospital de los Incurables,
un gran Nacimiento con figuras de madera fijas vestidas
según la costumbre de la época.
Bajo esta huella a lo largo del Quinientos se realizaron
numerosos belenes en las iglesias y monasterios, pero habrá
que esperar hasta el siguiente siglo para afirmarse en los
belenes móviles con figuras articuladas, cuyo primer
ejemplo fue el realizado por los padres Escolapios en la
navidad de 1627.
El siglo de oro para el belén en Nápoles será
el 700: con Carlos III de Borbón la ciudad, convertida
en capital de un reino autónomo, será una
de las capitales europeas mas brillantes, conociendo un
maravilloso florecimiento cultural y artístico del
que el belén constituirá una de las expresiones
más espléndidas.
En el setecientos se produce una verdadera fiebre del belén
en Nápoles que contagiara a todos. El mismo Carlos
II, apasionado de la mecánica y hábil en los
trabajos manuales, realizará personalmente ayudado
por arquitectos y escenográfos de la corte, el aparto
escénico del Nacimiento en los salones reales mientras
que la reina Maria Amalia, realizara las figuras con telas
con diseños minúsculos tejidas en exclusiva
para este fin en las fabricas reales de S. Leucio. Los nobles
y ricos burgueses no quieren ser menos y realizan también
en sus palacios belenes fastuosos. Los belenes más
bonitos reciben al visita del Rey y también el pueblo
es admitido dentro de las casas patricias para admirar estos
nacimientos.
El típico belén napolitano del setecientos
se caracteriza por un aparato escénico sobre una
roca situado en a las ruinas de un templo, que alberga el
Misterio y dominado por el inconfundible perfil del Vesubio.
Otros elementos distintivos son la torre sarracena, el variopinto
mercado, la taberna que recuerda el local en el que se les
negó el alojamiento a María y José,
pero sobre todo el protagonista es la multitud napolitana
que se agolpa en torno a la escena casi sofocándola
en una profusión de colores e imágenes: miseria
y novelas, figuras cómicas y dramáticas, animales
locales y exóticos y una procesión de lisiados,
ciegos, deformes que se contraponen al fasto oriental del
cortejo de los Reyes Magos. El evento de la Navidad pasa
a un segundo plano. Lo que cuenta es el espectáculo
que se representa en torno al mismo, farsa y drama juntos.
El típico pastor (palabra con la que en Nápoles
se indican todos los personajes del belén) del setecientos
está hecho en partes: el tronco es un armazón
de hierro envuelto con tela harpillera, los brazos y piernas
de madera, la cabeza en terracota policromada y los ojos
en cristal . Los animales más grandes son todos de
terracota, madera o cera. Un componente fundamental de este
belén es el mercado, que son sus bancos con toda
clase de géneros alimentarios, verdadera explosión
de formas y colores, que en una ciudad pobre como era la
Nápoles de este tiempo, adquiere la forma como de
un desquite del pueblo, una fantasía sobre un improbable
mundo de sueño sin hambre. Como si, al menos una
vez al año, el pueblo napolitano pudiera sentirse
saciado ante el nacimiento.
Los belenes napolitanos, que han llegado hasta nuestros
días gracias a valiosas donaciones, se pueden admirar
en los mayores Museos italianos y extranjeros. El más
famosos y uno de las mas grandes es el de Cuciniello, donado
a la ciudad de Nápoles por el patriota y escritor
Michele Cuciniello, muerto en 1899 y conservado en el Museo
de Certosa de San Martino, sobre la colina de Vomero. Con
el puede también rivalizar por la disposición
admirable y la riqueza de personajes, el belén de
Reggia di Caserta.
Recordamos también el Belén del Museo de Avellino
y el de la Iglesia de los Santos Cosme y Damián en
Roma, así como la colección conservada en
el Nationalmuseum de Mónaco de Baviera y el Metropolitan
Museum de Nueva York y entre las colecciones privadas la
de los Condes Leonetti y de la familia Catello.
El Belén en Alto
Adige
Los belenes de esta zona , como todos los nórdicos
en general, tiene como característica distintiva
el uso de la madera.
En el Renacimiento se realizaron, solicitado por las cortes
italianas, estatuas esculpidas en el Tirol y Colonia.
A lo largo de Seiscientos, el barroco nórdico se
funde en el Alto Adigio, con elementos del país y
se realizan muñecos con el rostro de cera y el cabello
de lana o estopa.
En 1621 destaca el Belén de la Basílica de
Novacella, en Bressanone, con unas veinte figuras de medio
metro de altura que, una vez restauradas después
de los graves daños sufridos a causa de los bombardeos
durante la segunda guerra mundial, se pueden admirar hoy
todavía dentro de la Abadía.
En el Museo Diocesano de Bressanone se conservan 46 dioramas,
sobre todo en madera, del Setecientos y principios del Ochocientos,
debidos en gran parte a los hermanos Probst y constituidos
por unas 50.000 figuras sobre escenarios de sorprendente
armonía arquitectónica.
En el Ochocientos junto a estas tradiciones en madera, se
realizan también Belenes en pasta de papel, papel
cortado, estuco y cera. Es famoso de este periodo el de
madera de Karl Sigmund Moser, que se encuentra en el Nationalmuseum
de Monaco de Baviera, en el que se reconstruye una Jerusalén
de fantasía en forma de anfiteatro con edificios
de diversos estilos desde el Gótico al Rococó.
El Belén de Liguria
En Génova, aun cuando ha habido un desarrollo y una
difusión mas tardía respecto a otras regiones
italianas, la costumbre del belén está relacionada
como en otros lugares, con la presencia de los Jesuitas
y de algunas Cofradías que resaltan el culto de las
tradiciones navideñas y también aquí,
como en Nápoles y Sicilia, se asistirá, en
un segundo momento, al paso de los belenes de las Iglesias
a las casas privadas aristocráticas.
El Belén genovés es menos rico y variado,
menos “pagano” y más fiel a la narración
evangélica en la representación del Misterio
de Belén; la escenografía es muy sencilla,
horizontal con una singular falta de profundidad. En Génova
además, no encontramos como en Nápoles y en
otros lugares, las figuras de madera con la cabeza y articulaciones
en terracota. El típico belén barroco genovés
se caracteriza por las figuras completamente esculpidas
en madera, cuya realización alcanza sus más
altos niveles artísticos con el escultor Anton María
Maragliano .
El Belén Romano
Desde 1289, año en que Arnolfo di Cambio, esculpió
las estatuas para la Basílica de Santa Maria la Mayor,
en la que es considerada como la primera representación
del nacimiento en todo el mundo, habrá que esperar
casi tres siglos, para tener noticias ciertas fundadas en
documentos que lo prueban, acerca de la existencia de belenes
en Roma y precisamente en 1581, cuando el franciscano español,
Juan Francisco Nuno, con la misión de realizar una
investigación en los conventos romanos, refiere como
el belén se construía de forma regular en
los monasterios y en las iglesias y habla sobre todo del
de Aracoeli que atraía una gran multitud de fieles,
con la estatua del Niños Jesús tallada, según
la tradición, por un hermano franciscano anónimo,
en un tronco de olivo de Getsemaní. Desde entonces,
los belenes se extienden desde las iglesias a las casas
patricias con construcciones artificiales y espectaculares,
cuyo fin, según los cánones estético
barrocos, era el de maravillar mas que edificar, y en cuya
realización participaban artistas eminentes.
El belén de las Clarisas de San Lorenzo, con cinco
grandes estatuas, el de Santa Maria in Trastevere y el de
las Benedictinas del Monasterio de Santa Cecilia, pertenecen
al 700.
La documentación del Ochocientos es más rica
pues la costumbre de hacer el belén se extiende en
todas los estratos sociales con la producción de
pequeñas estatuas en terracota de bajo precio, modeladas
por escultores mediocres.
Algunos belenes se realizan en los pórticos de las
basílicas, en terrazas, con una estenografía
natural con el cielo como fondo. Entre estos nacimientos,
el más visitado es el del industrial Forti que realiza
cada año en el Trastevere, con figuras realizadas
con una técnica particular: el tronco es de madera,
cabeza y miembros de pasta de papel, trajes de tela endurecida
con cola y después pintados.
Como se ve, el Belén romano es menos lujosos y más
severo: la Sagrada Familia vuelve a tomar el protagonismo
de la composición, las figuras son menos suntuosas,
la escenografía es más sobria. Sin embargo
se cuida mas el fondo con pinos, olivos que reproducen el
campo romano. Es además característica la
gloria angélica: en nueve círculos concéntricos,
adornados con nubes, participan los ángeles de la
alegría de los hombres por el nacimiento del Redentor,
que en una noche lejana llenaron el cielo de Belén.
El Belén Leccese
El trabajo en pasta de papel es desde sus orígenes
un arte típicamente leccese, auténticamente
popular muy difundido en el pueblo no solo por su bajo coste,
sino sobre todo porque los motivos y la elaboración
eran, y continúan siéndolo, esencialmente
populares. Si bien las primeras obras en pasta de papel
datan del siglo XVI, tan solo en el Ochocientos hay dato
ciertos referentes a la escuela del “maestro Pietro
de Cristi” así llamado porque modelaba figuras
religiosas.
A finales del siglo eran sobre todo los barberos los que
trabajaban la pasta de papel, para incrementar así
sus escasos ahorros. Las estatuas realizadas se vendían
depues en la Feria de los Títeres y Pastores que
todavía se sigue celebrando en Lecce el día
de Santa Lucía (13 de diciembre).
La masa usada está compuesta por papel de estraza
(que no contiene celulosa) muy machacado y mezclado con
cola de harina y después hervido con agua que contiene
antipolilla para evitar su deterioro. El compuesto así
obtenido se coloca después en estratos cuyo espesor
varia según las dimensiones de la figura. La estatua
se moldea enrollando varias capas y trabajando solo con
las manos. Las partes más delicadas son después
perfeccionadas con hierro incandescente. Una vez terminada
se seca al sol sin ningún método artificial.
El Belén Siciliano
El Sicilia, como en otros lugares, el Belén se desarrolla
gracias a la Compañía de Jesús, bajo
el influjo directo del modelo napolitano, del cual se separará
por su mayor sobriedad, por un carácter sagrado más
destacado y por la presencia de elementos originales de
evidente derivación del teatro de títeres.
El Belén del que se considera el primer modelo el
de la Iglesia de San Bartolomé de Sicilia, con estatuas
en madera pintada de alrededor de medio metro, se transformará
después en un objeto de arte. Se realiza en general
con figuras de cera suntuosamente vestidas en una especie
de vitrina, expuesta durante la Navidad en una cómoda
en las casas aristocráticas y de la alta burguesía.
Además de la cera se usan también los materiales
mas variados: coral, corcho, marfil, nácar, alabastro,
conchas y material de lava. Es típica y exclusiva
la decoración con ramas de naranjo y mandarino, uvas
e higos de India.
Uno de los centros más activos en la producción
de belenes fue seguramente Trapani, donde, gracias a Giovanni
Antonio Matera, esta actividad se eleva a la categoría
de arte. Sus bellísimas figuras tuvieron muchos imitadores
y hoy se pueden admirar en el Museo Nacional de Trapani,
en el Museo Etnográfico y en el Nationalmuseum de
Mónaco de Baviera.
El Belén Portugués
La tradición del Belén
en Portugal tiene orígenes remotos: se encuentran ya
representaciones de la Navidad en los relieves de los sarcófagos
tumulares del 1400 así como en miniaturas de libros
sagrados de la misma época. El belén de plástico
portugués alcanza la máxima difusión
y sus mas latos resultados artísticos tan solo en la
segunda mitad del Setecientos, gracias al genio creativo de
un italiano, Alessandro Giusti, que dio vida a la escuela
de barro de Mafra, transmitiendo esta técnica a sus
alumnos y continuadores. Son celebres entre los belenes portugueses
los de la Catedral y del Museo de arte antigua de Lisboa,
así como el monumental de la Basílica de la
“Estrela” superior a cualquier otro tanto por
su grandeza como por el número de personajes (más
de 500) obra maestra de Machado de Castro.
Gran difusión tienen también los “belenes
vivientes” así como los caseros: la vigila de
navidad, antes de la cena, se inaugura el Belén, mientras
en la chimenea se quema una cepa, que deberá arder
interrumpidamente día y noche, hasta la Epifanía,
para mantener lejos los maleficios. Del fuego de Navidad bendecido
por el Niño Jesús, quedan después trozos
quemados que arderán en la chimenea en las situaciones
de peligro para tener protección.
El Belén Provenzal
Si por un lado algunos estudiosos
sostiene que S. Francisco, considerado tradicionalmente como
el inventor del nacimiento, no habría tomado la tradición,
ya existente en aquel lejano 1200 en Provenza y Linguadota,
por otros sin embargo es indudable que el belén provenzal
del 700 y 800 debe mucho a la tradición italiana, y
el mismo nombre de santos (típica figura del belén
provenzal del ochocientos) derive del grito “¡santitos,
santitos bonitos!” con que jóvenes que llegaban
a Marsella atraían la atención de los compradores
para vender sus estatuillas de yeso, que inicialmente no eran
para el belén sino figuras de santos.
El nacimiento provenzal, del que quedan ejemplos en las iglesias
de Marsella, Aix y Aviñón, se difundió
después del Setecientos, con características
que revelan la influencia del barroco italiano y el uso de
figuritas en madera con rostro y manos en terracota y cera,
tomadas de modelos italianos.
En el mismo periodo, tuvo gran difusión los belenes
mecánicos y parlantes, una especia de teatros de marionetas
con un argumento sacro que reproducía, en varios cuadros,
hechos relacionados con el nacimiento de Jesús, concluyendo
con la imagen del Niños Jesús que se elevaba
para bendecir al publico.
Tanto los belenes de las iglesias como de las casas así
como los parlantes, desaparecieron con la Revolución
Francesa y habrá que esperar al Concordato entre Pio
VII y Napoleón Bonaparte para que la usanza del nacimiento
vuelva a florecer. A principios del Ochocientos, Jean Louis
Lagnel, da origen al santón, una estatuilla de arcilla
hecha con un molde, asequible a todos por su bajo coste. Fue
comprado por primera vez en al Feria de Navidad de 1803 en
Marsella y marcó el inicio de la difusión del
Nacimiento incluso en las familias más humildes.
En un principio el Niño Jesús no era un santón.
De hecho, durante mucho tiempo los artistas se negaban a representarlo
en arcilla, continuando con el uso de modelarlo en cera, para
señalar la distancia que separaba al hombre de la divinidad.
El belén en
los países de lengua alemana
En los países de lengua alemana
es muy vivida, dentro de las celebraciones navideñas,
la tradición del belén, especialmente en los
de enraizada tradición católica, como son Austria
y Baviera así como en Colonia, donde según la
leyenda, se habrían conservado los restos de los Reyes
Magos, trasladados a este lugar desde Constantinopla por la
emperatriz Elena. Es tan vivo de hecho, el culto en estos
países que todavía hoy la noche de la Epifanía,
los jóvenes se disfrazan de Reyes Magos y el cabeza
de familia quema incienso en la casa , escribiendo después
en la puerta las iniciales G.M.B. (Gaspar, Melchor y Baltasar)
con el fin de mantener alejada la enfermedad.
En numerosas regiones se celebra también “la
búsqueda de alojamiento” con la construcción
de pequeños belenes que se llevan cada día a
una familia, figurando con ello el hecho de buscar alojamiento.
En Tirol, en Tahúr, el país del belén,
se pueden admirar, con visitas guiadas, los belenes de las
familias, en casas privadas con la contraseña “WEIHNACHTSKRIPPE”
(Belén de Navidad).
En Steyr, en la Alta Austria, donde se conserva un belén
rarísimo con figuras mecánicas, existe desde
1950 la oficina de correos del Niño Jesús, que
recibe las cartas de los niños de todo el mundo y les
responde con un sello especial para usarse solo en Navidad,
enviándoles su felicitación y cumpliendo, en
la medida de lo posible, sus ingenuos deseos.
En las principales iglesias de Baviera, se conserva el belén
todo el año, preparando durante cuatro-seis semanas,
escenas de la vida de Jesús y del Antiguo Testamento,
según las distintas fiestas que se celebran a lo largo
del año. Muchas ciudades como Mónaco, Norimberga,
Augusta, ponen en las plazas el Christkindlemarkt (mercado
del Niño Jesús), con decenas de puestos con
estatuillas para el belén, adornos de navidad, velas
y dulces mientras que coches de caballos pasean a los niños;
por todos lados resuena el villancico más famosos “Noche
de Paz”, compuesto por Franz Gruber en la noche de Navidad
de 1818 en Oberndorf, cerca de Salzburgo.
El Belén en
América Latina
El Belén en América
Latina, abandonado toda forma de arte refinada, reviste en
general formas y características folklóricas,
contribuyendo a su realce el sol esplendente y el azul del
cielo, ya que en estos países la Navidad cae en pleno
verano y los belenes se preparan con frecuencia al aire libre,
en los patios y jardines y adornados con toda clase de plantas.
El Belén
en Argentina
La cultura de este enorme país,
está profundamente marcada por influencias europeas,
principalmente italianas y españolas, pero también
francesas, anglosajonas, del Este europeo, además
de los elementos étnicos de las culturas aborígenes.
En el Río de la Plata, en cambio, son los primeros
inmigrantes los que introducen el pesebre, pero con nuevas
características: el Niño Jesús está
lujosamente ataviado, la ropa de los demás personajes
está muy bordada.
Normalmente están guardados bajo campanas de vidrio
o fanales. Algunas figuras de esa época, todavía
se pueden encontrar en museos o templos del interior de
la región rioplantense”. Los materiales frecuentemente
utilizados son el barro, la madera, la piedra, el corcho”.
Con el tiempo, en el estilo de los pesebres en la región
se fue desarrollando también una vertiente aborigen,
con la presencia de elementos étnicos. Se destacan
realizaciones pertenecientes a las poblaciones Colla,
Wichi, Chaná y Toba”.
En todo el país se difundió la práctica
de armar el pesebre en dos formas básicas: el viviente
y el estático. Lo traían los inmigrantes
o eran realizados generalmente en las poblaciones rurales
o indígenas. En su mayoría eran de madera,
cerámica, tela, papeles, etc. y se utilizaba la
técnica del tallado o del estucados, para vestir.
En la actual provincia de Formosa, grupos tobas y matacos
realizan tallas en madera de la zona, tallados a cuchillo”.
Si bien muchos pesebres se realizan con tradicionales
figuras atemporales y no localizadas en nuestro espacio,
muchos impactan por la frescura y por su mensaje en los
rostros expresivos e ingenuo de sus personajes. Cabe destacar,
por ejemplo, los pesebres criollos. En ellos, San José
y María se acriollan mediante la combinación
de las texturas de la cerámica artesanal y las
fibras vegetales, que en la ternura de cada escena comunican
la identidad de una familia, y el sentido de la cultura
del trabajo”.
“En el pesebre familiar, todos y cada uno de los
miembros manifiesta su aporte y participa de la construcción,
si bien puede carecer de identidad, de una belleza estética
o de la lógica de la razón y la proporción,
es el pesebre que hicimos todos, que mueve los sentimientos
y el corazón, es el pesebre que nos acerca a la
familia de Nazaret y nos permite ‘sentir’
que Dios está con nosotros”.
El Belén
en Brasil
En Brasil, entre las familias
católicas, la Navidad ha asumido, especialmente
en las grandes ciudades, características de origen
nórdico, sobre todo por lo que respeto al intercambio
de regalos, favorecido por una intensa propaganda comercial.
En las localidades dentro del país, la fiesta cristiana
va acompañada por manifestaciones folklóricas,
el "bumba-meu-boi", "boi - calenga",
"chegança doy fandango", "pastoria",
"congadas" (de orgine africano) "reisados"
(fiesta de los Reyes): son danzas y representaciones dramáticas
que se ejecutan ante el pesebre antes de la "Misa
del Gallo” (la Misa de Medianoche).
La tradición del Pesebre llegó a Brasil
por medio de los misioneros jesuitas, portugueses, franceses
y españoles, que lo llevaron como instrumento de
catequesis del pueblo hacia el siglo XVII y XVIII. Al
principio los pesebres brasileños eran construidos
según los modelos importados de Portugal y España.
El arte belenista brasileño surgió más
tarde, dando al pesebre una fisonomía propia. Los
indígenas, los negros, la fauna, la flora, la mitología
afro-americana, usos y costumbres locales se convirtieron
en escenas de vida de cada día, en las que se veían
a las lavanderas cargadas con la ropa o lavando los paños
en el río, cazadores, campesinos que custodiaban
los animales u ordeñan la leche, molinos, manantiales,
etc...Todo esto insertado en un paisaje con montañas,
árboles y casas de todo género, pintadas
con vivos colores.
Famoso es el belén de Piriripau que contiene 45
escenas diferentes en un panorama luminoso. Son 580 figuras
relacionadas con la vida de Jesús, desde su nacimiento
hasta la Resurrección: entre ellas la escena del
nacimiento del Niño Jesús; la Virgen que
coge al niño de la cuna y lo presenta a los Reyes
Magos; la Sagrada Familia mientras huye hacia Egipto;
la matanza de los inocentes ordenada por el rey Herodes;
el Niño Jesús entre los médicos mientras
discute con ellos; la entrada triunfal de Jesús
en Jerusalén; el encuentro de Jesús con
la Samaritana; San Pedro que reniega de Jesús;
la Resurrección de Jesús.
El Belén
en Ecuador
Ya a finales de noviembre en
Ecuador se ven en todas las casas las típicas decoraciones
de Navidad, aunque la vivienda sea pequeña y muy
pobre. Es una fiesta que gusta y se vive mucho, también
porque hay mucha devoción al Niño Jesús.
El material que se utiliza en la costa es la caña
(de bambú) y el cade (unas ramas que se utilizan
para techar las cabañas y casas, no entra el agua
y es fresco). Se realiza a modo de casa típica
de aquí, “casita montubia” hecha de
caña y techo de cade. Las figuritas se usan las
que cada uno encuentra, de diferentes tamaños,
materiales, etc.. Todo lo que tenga que ver con la Navidad
se coloca, desde ovejas, Papá Noel, renos, estrellas,
cochecitos, angelitos ...incluso recuerdos de bautizos,
comuniones, etc.... Normalmente los misterios que se venden
no traen niño Jesús, y los Niños
se venden aparte, normalmente se pone uno más grande,
a veces con mucha diferencia, porque es el personaje verdaderamente
importante.
El Niño Jesús puede ir sólo con pañales
o recubierto con un vestido tipo cristianar, de color
blanco, azul o amarillito, con encajes y dorados. El pelo
lo lleva muchas veces pintado de color oro. En la misa
del Gallo, a los pies del altar colocan una cantidad inmensa
de Niños, de todos los tamaños y posturas,
para ser bendecidos y puestos después en los belenes
de las casas.
Los Nacimientos de la sierra se hacen conforme a la tradición
que exista en cada casa: con forma de cueva, de establo...
Utilizan maderas, piedras, plantas y mucho musgo. También
se les adorna con luces de colores, con muchas luces.
Últimamente se ha incorporado también el
Árbol de Navidad.
El Belén
en México
En México el Belén
llegó en 1523, precisamente en el estado de Acolman,
llevado por tres misioneros franciscanos (Pedro de Gante,
Juan de Tecto y Juan de Agorà) quienes evangelizaron
las comunidades indígenas sirviéndose también
de los belenes. Actualmente en cada casa se puede encontrar
un simple belén que recuerda la llegada de nuestro
Salvador. Los personajes del belén, (San José,
la Madre del Señor, el Niño Jesús,
los pastores, los patos, la vaca, el buey, la mula etc,
son de barro, porcelana, pasta de papel, cartulina, hoja,
caña de maíz, hielo seco. El belén
es adornado y enriquecido con los elementos típicos
del campo como madera de pino, paja, pequeñas rocas
y otros elementos comunes, porque el principal objetivo
de esta tradición es seguir recordando el lugar
sencillo donde nació Jesús.
El Belén
en Paraguay
Hablar de Navidad en Paraguay
es hablar del pesebre preparado con ramas de Ka’avove’i
(arbusto típico de los bosques del país),
en donde se colocan las imágenes de María,
José, el Niño Jesús y los Reyes Magos,
junto a las figuras de barro de los animales propios del
pesebre: el burro, la vaca, el gallo, la oveja, y otros
animales típicos del campo paraguayo. Todo esto
bajo un “cielo” de globos de colores, estrellas,
avecillas de barro, etc. En un pesebre no debe faltar
la flor de coco, cuyo aroma envuelve no solamente el nacimiento
sino toda la casa, además de la flor del Karaguatá
(planta espinosa de flor llamativa) y las frutas de estación:
uvas, melones, mangos, sandías…
En el centro de la capital se ha perdido la costumbre
de visitar los pesebres de las familias amigas y vecinas
para saludar al Niño, pero en los barrios periféricos
aún persiste esta costumbre y sobre todo en el
campo. A los visitantes se les sirve el tradicional clericó,
bebida preparada de vino tinto con frutas de estación,
pan de Navidad o sopa paraguaya (torta salada de maíz).
Después de la cena familiar, a la medianoche, la
familia se reúne en torno al pesebre para hacer
la oración, generalmente un Padre nuestro, Ave
María y el Credo, pidiendo la bendición
del Niño para la familia y luego saludar a los
vecinos para desearles una Feliz Navidad. Es importante
señalar que en Paraguay las familias se reúnen
aún en la casa paterna para celebrar juntos la
Nochebuena, todos los hijos buscan estar con la Mamá
para esa fecha; los que trabajan en la capital viajan
a su “valle” para la Navidad, es importante
la bendición de la mamá en Navidad.
El Belén
en Perú
El mensaje y la fiesta de Navidad
llegaron a Perú con los conquistadores españoles,
por lo tanto, en los primeros tiempos, la Navidad se celebraba
en Perú según la usanza española.
Con el paso de los años, cambiaron los belenes
y cantos navideños y tomaron un color distinto,
un color mestizo. Todo cambió. Cantos, rezos y
rituales. Los portales de belén fueron colocados
en el lugar más elevado de la casa o del poblado,
según la tradición andina, porque desde
lo alto se proyectaba hacia los habitantes.
Cambió también el Niño, que dejó
de ser Jesús y se volvió Niño Dios,
Tayta Dios o Manuelito, porque en la fe de los pobres
es común tratar a Dios con gran confianza. Pero
no sólo eso, en su contacto con el Ande su piel
se oscureció al igual que sus rizos, se volvió
más travieso y sus mejillas sonrosadas de tanto
jugar bajo el sol.
La celebración de la Navidad en Lima se inició
en 1535. Las fiestas comenzaban el 7 de Diciembre, con
un homenaje a la Purísima concepción. El
13 de diciembre, fiesta de Santa Lucía, los niños
sembraban los "triguitos", en pequeños
recipientes que cuando germinaban se ponían en
los belenes. El 16 comenzaba la novena de Navidad. La
tarde del 24 de diciembre, una vez concluida la novena,
se descubría el Nacimiento en los hogares y se
invitaba a todos los amigos y familiares a este acto.
El rito comenzaba con oraciones y actos de contrición
y terminaba al son del arpa o del clavesino, según
el nivel social y económico de los dueños
de casa.
Los Nacimientos
Peruanos
El portal de belén
andino se ha ido enriqueciendo con el tiempo con características
particulares gracias a la integración de elementos
propios de todas las regiones, caracterizados por
el sumo cuidado que se observa en la decoración
de los nacimientos armados en las iglesias y casas,
la ejecución de danzas, las representaciones
dramatúrgicas, los platos típicos y
todo una gama de creaciones artesanales como el tallado
de los nacimientos en piedra de Huamanga, los retablos
con imágenes alusivas a la Navidad, la cerámica
o los mates burilados con motivos pascuales. En la
mayoría de las localidades andinas esta fiesta
se prolonga hasta la Epifanía, el 6 de enero,
en la que se ofrecen los tradicionales regalos.
Los nacimientos
en Lima
Las figuras de los belenes
de Lima, hechas por diestros artesanos de Huancayo,
Huamanga o Cusco, tomaron rasgos netamente nacionales.
Para confeccionarlas, se usaba madera, piedra de Huamanga
y hasta trapos. El pesebre original sólo representaba
a la Santa Familia y a los animales acompañantes,
pero la creatividad de los artesanos de Lima, añadió
la Anunciación, los pastores, dos grupos de
Reyes Magos con séquito de llamas de oro y
plata, representaciones de pasajes bíblicos,
como la huida a Egipto, el sacrificio de Abraham,
la disputa en el templo y el arca de Noé, así
como una serie de personajes típicos: la vendedora
de tamales, el panadero, el vendedor de helados, la
planchadora de los pañales del niño...
y muchos, muchos más. La celebración
de Navidad terminaba el 6 de enero, con la llegada
de los Reyes Magos, en caballos, elefantes o camellos,
para colocarlos frente a los nacimientos.
Los Nacimientos
en Arequipa
En todas la iglesias de
la ciudad de Arequipa se montan con anticipación
los diversos nacimientos. En la catedral el nacimiento
es enorme, el Niño es grande y sus Padres también
de un tamaño casi normal. En la clínica
San Juan de Dios preparan un nacimiento muy especial,
con efectos de día y de noche, con las estrellas
que parecen reales. Desde el 25 de diciembre hasta
el 6 de enero, grupos de niños van de casa
en casa con sus instrumentos musicales, como sonajas,
quenas, zampoñas, para adorar al Niño
Jesús. Cantan villancicos y bailan alrededor
del nacimiento. A veces las familias dan a estos niños
dulces o pequeñas propinas. El 6 de Enero se
visten de Reyes Magos y llevando incienso, continúan
adorando al Niño Jesús como despedida
hasta el próximo año.
Los Nacimientos
y los “Niños andinos”
En los Andes, se entretejen
leyendas y mitos, los antiguos se mezclan con el culto
católico. Por ello, en los pueblos de la sierra,
la Navidades adquieren matices particulares que han
ido cambiando desde la conquista española hasta
nuestros días. La Navidad es la fiesta del
Niño Manuelito o “Quapaqpa Churín”.
Para El son las ofrendas, oraciones, cantos y danzas,
forjadas de la fusión de lo hispano con lo
andino. Son varios los "Niños Jesús"
de la sierra y sus orígenes siempre están
asociados con las leyendas.
Del “Niño perdido” de Huancavelica,
cuenta la tradición oral que era Patrón
del valle de Ica y que, por un descuido, se perdió.
No se sabe como el travieso Niño apareció
en la ciudad de Huancavelica. El pueblo, gracias a
unos viajeros, se enteró del lugar donde se
encontraba y salió decidido a rescatarlo. En
la fiesta, un grupo de bailarines simula llegar desde
la costa en busca del niño perdido, cabalgando
burros y caballos, con productos de la región
como aguardiente, vino, mango, sandía, uvas,
etc. Son numerosos los personajes que participan en
la representación.
Otro niño famoso es el "Niño Velakuy",
de Huamanga. Si bien este niño nunca se ha
perdido como su vecino de Huancavelica, es igualmente
festejado y mimado por los Huamanguinos. La celebración
comienza el 25 de diciembre y termina el 2 de febrero,
día de la festividad de la "Mamacha Candelaria".
En las casas se coloca un "Misterio" de
procedencia española, cuzqueña o de
algún escultor lugareño. El momento
más importante es en la noche, cuando el "Niño
Velakuy" (velar al niño) recibe la visita
de "atajos" y de "weracochas",
que son bailarines de afición, disfrazados
de "cachaco", "cura", "doctor",
etc.
La historia del “Niño Saltarín”
es limeña. Una madrugada azul las Carmelitas
Descalzas de San José, en Lima, escucharon
risas de niños. Las monjas no lo podían
creer. ¿Cómo habían entrado niños
en el monasterio de clausura? Pensaron que quizá
el rumor venía de la calle pero, al repetirse
el jolgorio, salieron sigilosamente al claustro para
coger a los traviesos. Su sorpresa fue grande cuando
vieron que era su Niño Dios, jugando con los
ángeles Cuando el Niño Jesús
levantó la cabeza y las vio quedó inmóvil,
con un pie en aire pues estaba jugando. Por eso se
llama "El Saltarín".
El “Niño Robapanes” viene de Oropesa,
en Cuzco, pueblo de panaderos. Sus hornos arden día
y noche. Se dice que Doña Marcela concluía
su turno a las tres de la mañana y se iba a
dormir hasta las seis, para regresar y vender su pan.
En su tienda dejaba tres canastas rebosantes con sabrosas
chutas de manteca. De pronto notó que disminuían
casi hasta la mitad de vez en cuando. Alguien le estaba
robando. Marcela cerró la puerta con un pesado
candado pero siguieron los hurtos. Una mañana
se escondió cerca de allí para vigilar.
Estupefacta contempló como se abría
la ventana que daba a la calle y aparecía su
Niño Dios, repartiendo las ricas chutas a los
niños pobres. "¡Ah, zamarro!, le
dijo. ¡Así que eras tú!",
y metió al divino Ropaban en una urna. Sin
embargo, no dejó de hacer panes para darlos
en su nombre a los niños pobres del pueblo.
De Ayacucho viene la tradición del “Niño
Honderito”. En una capilla de la Pampa de San
Agustín, donde hacen Niños con piedra
blanca de las canteras de Chuschi, está el
“Niño de la Honda”. Es un lindo
Niño con trajes reales de seda que, según
la tradición, perdió a sus padres cuando
se cayó la iglesia con el altar donde estaba
situada la Sagrada Familia. Solamente El se salvó.
Cuando se presenta la sequía los campesinos
le colocan una honda en la mano derecha con tres piedras
redondas de canto rodado en una bolsita primorosamente
tejida. Le rezan, le dejan dulces y se van. El santo
Niño se encarga de hondear las nubes para que
baje la lluvia.
En toda la zona de la sierra sur, destaca la fiesta
del “Niño de Andahuaylas” por tener
gran arraigo popular. La celebran tres pueblos. Comienza
en el distrito de Talavera el 25 de diciembre, el
1º de enero en Andahuaylas, la más importante,
y el 6 de enero en San Jerónimo.
Los nacimientos
y el Santuranticuy
La fiesta del "Santuranticuy"
o la compra de santos, se celebra en Cuzco. El antiguo
centro del mundo inca se convierte, el 24 de diciembre,
en una gran feria multicolor, en donde campesinos,
pastores, artesanos y pobladores, llevan sus santos
y nacimientos, sus niños Manuelitos y capillas,
sus animalitos, adornos y arcillas, para intercambiarlos
en trueque o venderlos. Tuvo su origen en la época
del Virreinato y hoy se ha convertido en una de las
más grandes ferias artesanales del Perú.
Se realiza en la Plaza Mayor de Cuzco, en cuyas veredas
los artistas tienden sus mantas, siguiendo la costumbre
de las tradicionales ferias andinas y ofrecen las
más diversas figurillas para alegrar las fiestas
navideñas y acompañar los pesebres o
"nacimientos" que se montan en las casas
y parroquias. También se venden diversos artículos
de barro cocido y se puede encontrar todo tipo de
objetos artesanales como tallas en madera, cerámica
y retablos. Durante las noches se venden los tradicionales
ponches para calentar el cuerpo.
Los nacimientos
en la selva
Los Asháninka, como
casi todos los nativos de la Amazonía, celebran
la Nochebuena alrededor de una fogata encendida por
los miembros más jóvenes de la comunidad,
alrededor de la cual se forma un grupo de hombres
y otro de mujeres. En la Nochebuena, comen potajes
preparados con los animales que cazan o crían
y beben masato, mientras cantan a la amistad y al
compañerismo en su lengua nativa. En la ciudad
de Chachapoyas se vela al Niño Jesús
en Navidad y en Reyes. Solamente se vela al niño
en la Iglesia y en casas que confeccionan nacimientos
todos los años. En las casas las velaciones
son diferentes. Empiezan a las 12 de la noche y, a
medida que pasan las horas, se van transformando en
alegres bailes, en salas contiguas a la habitación
donde se ha erigido el nacimiento. Los nacimientos
son visitados por los "pastorcillos" (grupo
de niños de ambos sexos, que caracterizan a
los pastores bíblicos), quienes cantan villancicos
al Niño Jesús y le ofrecen objetos y
animales simbólicos, con significativos y graciosos
dichos.
El Belén
en la República Dominicana
También la República
Dominicana ha recibido de España muchos de los
elementos culturales que caracterizan su identidad nacional,
incluidas las tradiciones navideñas, en las que
se ven las tradiciones españolas amalgamadas con
elementos de otras culturas que forman parte de la identidad
de esta tierra conocida como Quisqueya en la lengua taína,
propia de sus aborígenes hoy desaparecidos.
Al final de noviembre se comienzan a adornar las calles,
las casas, los comercios e incluso, el Palacio Nacional,
sede de las autoridades del Estado. Igualmente se preparan
Belenes, pesebres, o representaciones del nacimiento de
Jesús en las iglesias y en las casas junto al árbol
de Navidad. Hay ciertas casas especializadas en la preparación
de belenes e incluso hay una asociación de belenistas
que organizan concursos y exposiciones. Es hermosa, por
ejemplo, la exposición de belenes que se realiza
en la Casa de la Juventud Colonial de la Pastoral Juvenil
en coordinación con la Asociación de Belenista.
Después de un acto inaugural de la exposición
de belenes, la Casa de la Juventud se abre al público
hasta el día 6 de enero para admirar las hermosas
obras evocadoras del nacimiento de Jesús.
Los belenes o pesebres están confeccionados de
muy variados materiales: papel de periódico y aserrín,
jícaras de coco, helechos; figuras de madera, de
cristal, de material reciclado... En fin, con mucha imaginación,
representando con frecuencia no sólo el hecho histórico
que se evoca, sino también la situación
actual de la gente, especialmente de los más pobres.
Para este año 2004, a la exposición de la
Casa de la Juventud Colonial se añadirá
otra en la Iglesia de los Remedios, una capilla colonial
que resale a los primeros tiempos de la colonia y que
está ubicada en la calle más antigua calle
de Santo Domingo.
El Belén
en los paises del Este
El popular Belén húngaro,
se puede llevar en la mano. Tiene la forma de una iglesia
pequeña, de un establo o de un pequeño armario
con cortinas que se abren y una medida variable entre
los 25 cm y metro y medio. La puerta en amplia para que
se puedan ver el interior donde están colocadas
las pequeñas figuras cortadas en papel o estatuillas
en madera o creta; delante arde una vela. Y este belén
es llevado de casa en casa por los niños, llamados
betlehemesek, algunos de los cuales van vestidos de ángeles,
que recitan poesías, cantan y bailan.
El Belén ruso, el wertep, estaba constituido por
lo general, de una casa con dos plantas de estilo neoclásico,
con la estrella de navidad arriba y animada por una marioneta;
en el plano superior se representaba las parte mas religiosa
propiamente dicha (la adoración de los pastores
y de los Magos, la muerte de los niños inocentes
y la muerte de Herodes) mientras que en la inferior se
sugerían escenas humorísticas sacadas de
la vida del pueblo y por ello, agradables.
Parece que los textos del wertep hayan sido compuestos
por estudiantes de la Academia de Kiev, que conocían
a fondo los gustos de la masa popular, y sus costumbres.
Desde Ucrania, se difunden los wertep, primero en Rusia,
después en Bielorrusia, en Siberia y por último
en Moscú.
El Belén polaco, la szopka, es, por el contrario,
una construcción en forma de catedral, revestida
de papel de estaño coloreado. Se compone de tres
partes: las superior con los ángeles que tocan
las trompetas para anunciar el nacimiento de Jesús,
la central donde se coloca el Nacimiento, y la parte inferior
donde desfilan los campesinos polacos, los pastores con
las ovejas y bueyes, y los Reyes Magos. Los szopke portátiles
son transportados de casa en casa por chicos que cantan
canciones pastoriles recibiendo por ello dulces y dinero.
Las regiones alpinas de Eslovenia tiene una tradición
del belén de familia desde los inicios del Ochocientos.
Cada casa de campesinos construye el belén en un
ángulo “sagrado” de la casa, una mesa
donde durante el resto del año se expone el crucifijo.
Se forma una montaña de musgo y en la cima la ciudad
de Belén y a sus pies se coloca el nacimiento.
Esta composición convencional se decora con un
arco de 70 cm de altura y 35 de anchura, fijado en el
margen anterior de la mesa, que constituye un suplementero
simbólico del belén, y en su origen se supone
que no era otra cosa sino el velo de las mujeres, sustituido
por un mantel ricamente adornado.
El Belén
en el resto del mundo
En África los primeros
belenes se realizaron en yeso y fueron llevados por los
misioneros; fue difícil convencer a los negros
que el nuevos Dios tenia la semblanza de un neonato blanco,
pero no existía todavía un iconografía
local a la que recurrir para proponer la nueva religión
en forma de arte comprensible a los indígenas.
Solo cuando comenzaron a manifestarse las primeras vocaciones
artísticas con inspiración cristiana, pudieron
los misioneros confiar a los artistas locales la representación
pictórica y escultórica de la Navidad, usando
además de los colores europeos, las materias primas
africanas como la creta cruda, el marfil y madera preciosa.
Por ello, en los belenes africanos todos los personajes
tienen los trazos típicos con nariz achatada y
son esculpidos en ébano negro excepto el Niños
Jesús que, con el fin de indicar su origen divino,
se realiza en marfil y los Reyes Magos adquieren la forma
de notables locales revestidos de complicados vestidos
adornados con perlas multicolores.
En los oasis cristianos que creaban los misioneros en
los países lejanos de Oriente, florecieron ampliamente
los belenes. El emperador de las Indias Akbar (1556-1605)
aunque no se había convertido al cristianismo demostró
siempre un gran aprecio hacia el belén y dejó
que se difundiera libremente en su vasto imperio.
Texto: AGENZIA FIDES fides.org
Fotos: Archivo
El Árbol
de Navidad
Buena parte de la tradición del
árbol de Navidad se origina en una leyenda europea: se
dice que durante una fría noche de invierno, un niño
buscaba refugio. Lo recibieron en su casa un leñador y
su esposa y le dieron de comer. Durante la noche, el niño
se convirtió en un ángel vestido de oro: era el
niño Dios. Para recompensar la bondad de los ancianos,
tomó una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles
que cada año daría frutos. Y así fue: aquel
árbol dio manzanas de oro y nueces de plata.
Por su parte, los germanos vestían sus árboles en
invierno (cuando perdían hojas) para que los espíritus
buenos que en ellos habitaban regresaran pronto. Los adornos más
comunes eran manzanas o piedras pintadas. Se dice que éste
fue el origen de los adornos. Las bolas de cristal se incorporaron
alrededor del año 1750 en Bohemia. La costumbre del árbol
se extendió por Europa y América durante el siglo
XIX.
Una tradición típicamente alemana
A Alemania se le atribuye el haber iniciado
la tradición del árbol de Navidad como se la conoce
en la actualidad pero su origen data de creencias y costumbres
ancestrales.
En la antigüedad los árboles
y plantas que durante el invierno permanecían verdes tenían
un significado muy especial. La gente colgaba ramas de siemprevivas,
plantas de hojas perennes, en sus puertas y ventanas, ya que creían
que alejaban a brujas, fantasmas, malos espíritus y enfermedades.
Muchas civilizaciones antiguas creían
que el Sol era un dios y que el invierno llegaba cada año
porque se enfermaba y debilitaba. Celebraban el solsticio porque
significaba que por fin el dios Sol comenzaba a recuperarse. El
verdor de las hojas de siemprevivas les recordaba que todas las
plantas crecerían de nuevo cuando el dios Sol estuviera
fuerte y regresara el verano.
Los antiguos egipcios adoraban al dios
Ra, quien tenía la cabeza de un halcón y usaba al
Sol como un disco resplandeciente en su corona. En el solsticio,
cuando Ra empezaba a recuperarse de la enfermedad, los egipcios
llenaban sus casas con brotes verdes de palmera, que simbolizaban
para ellos el triunfo de la vida sobre la muerte.
Los primeros romanos marcaban el solsticio
con una fiesta llamada Saturnalia, en honor de Saturno, el dios
de la agricultura. Sabían que el solsticio significaba
que pronto las granjas y huertos estarían verdes y llenos
de frutos. Para señalar la ocasión, decoraban sus
hogares y templos con ramas de siemprevivas.
En el Norte de Europa, los misteriosos
Druidas, los sacerdotes de los antiguos celtas, también
decoraban sus templos con ramas de siemprevivas, como un símbolo
de la vida eterna. Los feroces vikingos de Escandinavia pensaban
que las siemprevivas eran las plantas especiales del dios Sol,
Balder.
Lutero y el árbol de
Navidad
Se le atribuye a Alemania el haber iniciado
la tradición del árbol de Navidad. Fue durante el
siglo XVI cuando los devotos cristianos empezaron a colocar árboles
decorados en sus hogares.
Se cree que Martín Lutero, el
reformador protestante, fue quien primero colocó velas
encendidas a un árbol. Cuenta la leyenda que, caminando
a casa una noche de invierno, fue sorprendido por el brillo de
las estrellas, destelleando entre los árboles cercanos.
Para reproducir la bella escena a su familia, colocó un
árbol en la habitación principal de la casa, le
instaló alambres en sus ramas para sostener
velas encendidas y dijo que sería un símbolo del
hermoso cielo navideño.
Otra leyenda dice que la gente de Alemania
combinó dos costumbres que se habían practicado
en diferentes regiones del mundo: el árbol del Paraíso,
un abeto decorado con manzanas que representaba el árbol
del Conocimiento en el Jardín del Paraíso y la Luz
de Navidad, un marco de forma piramidal, usualmente decorado con
esferas de vidrio, oropel y una vela en la punta, que era el símbolo
del nacimiento de Cristo como la Luz del Mundo.
Cambiando las manzanas del árbol
por esferas de oropel, agregando galletas de diversas figuras
y combinando este nuevo árbol con la Luz colocada en la
punta, los alemanes crearon el árbol de Navidad que conocemos
ahora, llamado Tannenbaum. Árbol que es decorado en secreto
por las mamás con luces, oropel y otros adornos; que tradicionalmente
se descubre y se enciende el día de Nochebuena, cuando
los niños encuentran galletas, nueces y regalos bajo sus
ramas.