SANTIAGO EL MAYOR.
PARROQUIA DE SAN JUAN BAUTISTA DE PUNTALLANA
José Guillermo Rodríguez Escudero
Santa Cruz de la Palma, julio 2008
Estamos ante una original escultura en madera policromada y
papelón, de 120 cms de altura el Santo, y 80 cms de altura
el caballo blanco. Según el profesor Pérez Morera,
es del siglo XVI y, como hemos comprobado en otras ocasiones,
tristemente retirada del culto y olvidada durante muchos años
en un trastero. Afortunadamente, esta talla, la más antigua
imagen del santo a caballo existente en el Archipiélago,
después de su abandono y de sufrir desfiguraciones bajo
bastos repintes e incorrectas manipulaciones, ha sido restaurada
gracias una loable iniciativa emprendida por el Ayuntamiento
de Puntallana. Esperemos que esta actuación sirva de ejemplo
a otras muchas instituciones. Existen muchas tallas que yacen
en lúgubres sótanos y coros inaccesibles, en espera
de convertirse irremediablemente en polvo. Es patético.
Sin embargo, esto está cambiando. Sirva este ejemplo:
actualmente podemos admirar esta talla en todo su esplendor,
tras la restauración llevada a cabo por Domingo Cabrera
Benítez en 1998. El Cabildo Insular, a través de
su taller de restauración, está llevando a cabo
una magnífica labor de recuperación de nuestro
riquísimo patrimonio histórico artístico.
Enhorabuena.
Aquí no vemos
al Apóstol vestido
de peregrino, ni lleva conchas, ni bordón, ni esclavina,
ni la filacteria o su inscripción característica
y diferenciadora según sus atributos personales: “Credo
in Jesum Christum, filium eius unicum Dominum nostrum”.
Tampoco lleva túnica ni paño apostólico,
ni aparecen moros despedazados a sus pies. Sin embargo, aquí se
le representa vestido de guerrero, combinando elementos medievales
y clásicos, en recuerdo de la célebre Batalla
de Clavijo. Está montado sobre un caballo blanco de
papelón (más ligero para los recorridos procesionales)
aunque no lleva el estandarte con la cruz roja, llamada de
Santiago (pudiera ser que la llevara antaño en la izquierda,
al mismo tiempo que sujetaba las riendas del animal, pero no
ahora). Tampoco lleva el zurrón, ni el sombrero de alas,
ni la calabaza. Sí lleva botas o “coturnos a la
romana, faldellín, peto abombado y festoneado en su
parte inferior y casco morrión con penacho de plumas”.
Como atributo personal, y como referencia a su triple personalidad
de apóstol, militar y peregrino: la espada. Se cuenta que
con ella mató moros (“Santiago Matamoros”, capitán
de las milicias cristianas en su larga lucha de siete siglos contra
los moros) y con ella fue decapitado en Jerusalén en el
año 42. Su onomástica es el 25 de julio. Podría
también confundirse con San Millán o San Emiliano,
ya que, según la transmisión oral, aparecieron montados
a caballo con espada desenfundada en la mano para ayudar a las
huestes cristianas en su encarnizada batalla contra los moros.
Si no es porque San Jaime o Santiago se encuentran en una iglesia,
podríamos pensar que se trata de una estatua ecuestre de
un “Señor de la guerra”, no de la representación
del Patrón de España. Representa, más bien,
la viva imagen de aquellos conquistadores españoles que
conquistaron Canarias y América en los siglos XV y XVI,
y quienes, al grito de “Santiago”, se erigían
como el brazo armado de Dios para combatir a los nativos y lograr
su sumisión. Pérez Morera nos informa también
de que “su ejecución muestra gran calidad técnica,
patente en el correcto tratamiento del rostro y en la minuciosidad
y el verismo con que se representan los detalles de la armadura”.
El
mismo profesor palmero también sugiere la idea de que
estemos ante una efigie que, teniendo en cuenta su filiación
artística, pudiera ser de procedencia sevillana. Aunque
tampoco desdeña que pudiera haber sido obra de algún
taller isleño, “pero ello resulta difícil de
comprobar dado el desconocimiento que existe acerca de la escultura
canaria de esta época”. La primera hipótesis
parece avalada por otras noticias documentales. El prestigioso
investigador concluye su estudio sobre esta talla, diciendo que “en
1625 – según el investigador Lorenzo Santana-, se
mandó traer de España, una imagen de bulto para la
ermita de Santiago de Candelaria (Tenerife)”.
Es probable que esta figura ecuestre, única existente en
La Palma, hubiera pertenecido a la Parroquia Matriz de El Salvador
de la capital palmera hasta el siglo XIX, como otras impresionantes
y numerosas tallas que salpican toda la geografía insular.
En este fabuloso templo sí consta la existencia de “vna
ymagen de bulto grande de San Santiago en un caballo” (Archivo
Parroquial, Libro I de relaciones, inventario de 20-VIII-1603).
En sucesivos inventarios de 1686 y 1719 se señala que era
de talla completa en madera, dorada y estofada.
El Beneficiado Manuel Díaz era un sacerdote liberal y un
convencido militante de la estética clásica. Consideraba “bárbaras
y sin mérito artístico” a algunas de las maravillosas
piezas que se hallaban entronizadas a lo largo y ancho del bello
templo matriz. Inició la polémica reforma neoclásica
de El Salvador cuando la imagen de Santiago se hallaba en la capilla
colateral de la Epístola. De ahí su primitiva denominación.
El Licenciado Juan Pinto de Guisla escribía en 1686 que
se llamó de Santiago porque en ella “estaua colocada
la ymagen del santo”. Aquel visitador también informaba
de que, en su festividad, la imagen desfilaba procesionalmente
por la Calle Real hasta el Puerto, donde recibía los honores
militares y las salvas de artillería desde el desaparecido
Castillo de San Miguel. Regresaba a la iglesia por la Calle Trasera.
La imagen pasó antes de 1676 a la capilla de Santa Ana.
Pérez Morera nos aclara que “se dice en una nota marginal
puesta con posterioridad al inventario efectuado en 1782, fue mandada
recoger”. Pudiera ser que fuera entonces cuando se envió a
Puntallana.
BIBLIOGRAFÍA
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de los Santos. Ediciones Omega, Barcelona, 1950 LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista: Noticias para la Historia
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