LA CAPILLA DE SAN
NICOLÁS DE BARI. PARROQUIA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
DE SANTA CRUZ DE LA PALMA
José G. Rodríguez Escudero
Santa Cruz de la Palma, junio 2008
Retablo de San Nicolás de Bari
Parroquia de San Francisco de Asís, año 1721
La saga
de los Massieu fue, probablemente, la casa más poderosa y adinerada de cuantas han poblado La Palma
a lo largo de su historia. Su posición dominante en la
sociedad isleña se tradujo en fundaciones piadosas, obras
pías y encargos artísticos, que pregonaban a
los cuatro vientos la opulencia y la riqueza familiar.
Como prueba de la alta posición alcanzada
por uno de sus componentes, concretamente por don Pedro Massieu
Monteverde, Presidente de la Real Audiencia de Sevilla, miembro
del Consejo de Su Majestad y Juez conservador del Real Colegio
de San Telmo, no dejará de enviar a Santa Cruz de La
Palma desde la ciudad hispalense un extenso catálogo
de escultura de los mejores imagineros de la época.
También obras de platería, ornamentos para el
culto, placas de cerámica con el escudo familiar, tejidos
preciosos y así un largo etcétera. Todo ello
constituye una excelente embajada del barroco sevillano en
La Palma.
Imagen de San Nicolás de Bari
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de San José
El panteón funerario de esta prestigiosa
familia fue construido en el Real Ex Convento de la Inmaculada
Concepción de la capital palmera, hoy Iglesia de San
Francisco de Asís. En conjunto, este templo dibuja en
planta una cruz latina, de dos brazos no exactamente iguales
y formados por las capillas. Sin embargo, éstas son
posteriores al incendio provocado por el ataque pirático
de François Le Clerc, “Pata de Palo”. Este
lamentable incidente obligó a la reconstrucción
del cenobio. Por consiguiente, la fábrica primera fue
seguramente de una sola nave, con el presbiterio fundado por
don Jácome de Monteverde; pero, posteriormente, se ampliaría
añadiéndole las capillas que le dan la configuración
actual: un total de cuatro, dos a cada lado, colateral y lateral,
construidas en momentos diferentes.
La capilla, originalmente
dedicada a San Pedro, más tarde a San Nicolás, había sido edificada
por el Doctor Pedro Escudero de Segura (1570-1626), Protonotario
de Su Santidad, con licencia del Reverendo Padre Fray Luis
Perdomo, Ministro Provincial de la Orden de San Francisco.
Allí fundó una capellanía de “veintinueve
misas cantadas con sus vísperas, procesiones, cera e
incienso, obligándose a pagar durante su vida 20 reales
de limosna a dicho convento y 28 reales después de su
fallecimiento”. Así consta en la escritura que
otorgó el 8 de noviembre de 1620 ante el notario público
don Pedro de Brito Freitas.
Después de una larga enfermedad y de haber hecho frente
a muchos gastos, su hacienda quedó tan disminuida que “le
fue gravoso suplir el costo de su fundación”.
Por lo tanto, podía cumplir su promesa en vida, pero
no así tras su muerte. Por esto, tras la aprobación
del convento, cedió la capilla que había fabricado “apreciada
en 8.000 reales y los 3.600 restantes, diferencia hasta los
11.600 reales de plata castellanos del principal de la capellanía,
quedarían impuestos sobre casas, tanque, lagar, ermita
y tierras calmas que poseía en Breña Baja”,
lugar más tarde conocido como “Hacienda de San
Antonio”.
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de San Juan Bautista
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de San Juan Evangelista
La comunidad “en atención a las
buenas obras que el dicho doctor Escudero ha hecho al dicho
convento y limosnas particulares ha tenido por bien aminorar
la dicha limosna y que se digan las dichas misas y procesiones
pagando tan solamente veinte reales”, aceptó la
transacción ofrecida y se hizo cargo de la capilla
por los 8.000 reales de plata para la perpetuidad de la memoria.
Así consta en los Archivos Notariales de esta ciudad,
firmados por Andrés de Chávez, en 1626.
La capilla, segunda colateral
del Evangelio, recibió cinco
valiosas tallas de madera policromada que fueron colocadas
en las hornacinas del magnífico retablo, hecho por
Bernabé Fernández después de 1721. Todas
ellas salieron del taller del famoso imaginero Pedro Duque
Cornejo y Roldán (1678-1757), contemporáneo
de don Pedro Massieu y Monteverde (1673-1755). Éste último,
que fue, además “Oidor de Sevilla”, escribió que,
el 15 de junio de 1724, “habia dado al maestro Cornejo
20 pesos a cuenta de tres santos que tengo ajustados en 84
pesos”. Primero envió las imágenes de
San Pedro (santo de pila del mencionado oidor) y San José.
Más tarde las tallas de San Juan Evangelista, San
Juan Bautista (nombre de su hermano mayor Juan Massieu de
Vandala) y San Nicolás (titular de la capilla y patrono
de la casa por llamare así el primogénito de
la misma).
La escasez
de espacio produjo en los templos un fenómeno curioso: las grandes familias adquirieron
mediante compra capillas para su culto y enterramiento. El
Doctor Escudero, como vimos, la vendió al convento
en 1626 por 8.000 reales, y hace mal negocio, pues sólo
la revende por 6.000 reales de vellón antiguos al
poderoso don Nicolás Massieu el 25 de mayo del mismo
año, “obligándose además a tenerla
decente”, ante el escribano público don Andrés
de Chávez. Allí yace el capitán con
su esposa, doña Ana Van Dalle, iniciando así la
tradición funeraria de la familia.
Los “Santos Juanes”, esculturas de honda tradición
en Sevilla, muestran una calidad superior a las primeras,
siendo éstas piezas de taller. Siguen el modelo de
sus homónimas de la Cartuja madrileña de El
Paular, esculpidas por Duque Cornejo en 1725.
Retablo
de San Nicolás de Bari Imagen de San Nicolás
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de la Virgen de Montserrat
El atributo personal del “Evangelista” es
una copa dorada que porta en su mano izquierda, símbolo
del veneno que, según la “Leyenda Áurea” hubo
de tragarse para demostrar la verdad de su predicación.
Un gran manto que parte de su hombro izquierdo recubre amplias
zonas de su larga túnica, y es recogido por el brazo
del mismo lado. Mira hacia el cielo con mirada y semblante
de oración y súplica mientras alza su mano derecha.
El movimiento viene dado por los pliegues de los ampulosos
ropajes y sus manos hacia delante, como también su pie
izquierdo, cuya punta sobresale por debajo de la vestimenta.
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de San Pedro
El “Bautista” recoge la túnica
con su mano derecha para mostrar su bien tallada pierna izquierda,
imprimiendo un movimiento perfecto, como si estuviera entrando
en el río, mientras señala al “Agnus
Dei” o Cordero Divino, situado en el suelo, a su izquierda,
situación ésta muy propia del Renacimiento.
Porta un cayado en su mano izquierda con un banderín
en su extremo, sobre el que descarga el peso del cuerpo.
Se le presenta joven y barbilampiño, de corta cabellera
negra y con raya en medio; gira levemente su cara aniñada
hacia la derecha. Son espléndidos sus ropajes y manto
en madera policromada y dorada.
El “San José” es una talla algo más
pequeña que las anteriores. Sostiene al Niño
Jesús en su brazo izquierdo y lo mira dulcemente.
Porta en el mismo lado un largo bastón florido (por
influencia de los apócrifos), atributo personal del
santo muy usual desde el Renacimiento. Tiene magníficamente
tallada su cara, barba y cabello negro. Se le presenta delgado
y joven y el movimiento de la túnica talar, el manto
terciado y sus pliegues provocan un movimiento tal, que deja
entrever también el pie izquierdo adelantado.
La imagen barroca del “San Pedro” está emparejada
en calidad con la anterior, por su acabado, tamaño,
pliegues, etc. Porta un libro abierto en su mano izquierda
y las dos llaves que muestra en la derecha. Una bien tallada
barba y pelo corto rizado de color grisáceo.
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de la Virgen de Montserrat
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de San Juan Bautista
Pero, sin lugar a dudas, la mejor pieza es el “San
Nicolás” (c.1724), revestido de pontifical como
corresponde a su condición de legendario Obispo de Myra,
también llamado de Bari, lugar de sus reliquias. Estamos
ante una magnífica talla en madera policromada, con
semblante bondadoso y una muy bien tallada barba, de 104 cms
de alto que recuerda al San Leandro de la catedral de Sevilla
y al San Pedro de la mencionada cartuja de Madrid. Viste de
obispo, con alba, mitra, guantes, estola y capa ancha terciada
que recoge bajo su antebrazo izquierdo; porta una larga y fina
cruz en su mano izquierda. Como atributos personales propios,
mantiene tres bolas de oro sobre un libro en su mano derecha,
simbolizando las tres dotes que pagaría a sus tres hermanas
para que pudieran contraer matrimonio. De su cuello cuelga
una cruz.
Dos pequeñas figuras se hallan situadas
junto al santo, en el nicho central superior del altar. Representan
dos milagros de San Nicolás. Por un lado “el
Copero” (16,5 cms de alto), cautivo del rey pagano
que el santo devolvió a su desesperada familia y “tres
niños” (23,5 cms) dentro de una tina de adobar
y que fueron resucitados por el Obispo, después de
haber sido descuartizados por un carnicero y conservados
en sal. Estos aparecieron al final del gótico, aunque
es en el Renacimiento cuando ya aparecen dentro del cubo.
La talla que actualmente preside
el retablo, es la más
antigua de ellas, y no pertenece al mismo envío. Se
trata de la magnífica escultura de origen andaluz de
Nuestra Señora de Montserrat, importada por el catalán
don Gabriel de Socarrás, en el primer tercio del siglo
XVI. Ocupaba el retablo de su capilla, hoy del Cristo de La
Piedra Fría.
Retablo de San Nicolás de Bari Imagen de San Juan Evangelista
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